martes, 3 de febrero de 2009

Nostalgia. (Fragmento.)


Nostalgia (fragmento)
Febrero 2.009
Demasiado deprisa… Siempre demasiado deprisa. La vida transcurre lo mismo que un reloj de arena al que su pequeño embudo de cristal le ha crecido la boca más grande. Por ella se arrojan al vacío nuestros pensamientos como si ya no nos hicieran falta nunca jamás. Al día comienzan a faltarle horas y a los pensamientos el lugar donde tener almacenados los recuerdos. (No hay tiempo para recordar). Los besos se difuminan entre números hipotecados y cuentas bancarias. (No hay tiempo para amar). Al cielo se le antoja volver a discurrir por aquellos tiempos pasados, donde las fuentes se empeñaban en convertirse en hielo, cuando de sus caños humedecidos de cobre, una lágrima emergía de una boca, para encontrar otra boca en la que echarse a soñar. (No hay tiempo para soñar). Las nubes se marchan con la misma agilidad que los suspiros, aunque a estas las puedes ver y tocar. (Estoy seguro). La vida se ha transformado en un ir y venir de corazones que laten descompasados y que cada vez, son más difíciles de apresurarse a componer una sola melodía. No hay tiempo de escuchar un gorrión en la baranda y muchos menos, si nos empeñamos en esperar que alce el vuelo, para ver donde se posan sus pequeñas alas improvisadas…

Todo queda relegado al día de mañana. Mañana será otro día… Tal vez mañana… Mañana volveré a intentarlo…Siempre nos queda el mañana… ¡Que ironía! Pensar que mañana es el presente de nuestro más inmediato futuro, siempre presto a enseñarnos su fecha de caducidad. ¿Por qué no ahora mismo? ¡En este momento! ¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy… ¿Por que no me besas en este instante? Solo por el mero hecho de ver como brilla aquella estrella que jamás se aprendió nuestros nombres… Por que no buscar ¡Aquí y ahora! ese abrazo que descongele cada una de las fuentes, que juegan a hacerse de cristal. ¿Por qué no derrochamos una sonrisa? Aunque no tengamos motivos para el despilfarro y la crisis nos deje la cartera vacía y el corazón lo mismo que un pozo sin fondos… ¿Por qué no llenarlo ahora con nuestras indecisiones? Si en cada una de ellas volvemos a conocernos, justo como el primer día… ¿Por qué no amarnos sin complejos? Aunque se ruborice la luna. (Ya está acostumbrada). ¿Por qué no buscarnos ahora? ¡Como el primer día! Entre las calles y las plazas, donde la gente nos miraba como seres diferentes, solamente por arrojarnos a la locura invisible del abrazo. ¡Ahora… en este preciso momento! Cuando las campanas del tiempo, han marcado con su grandioso doblón de acero, la hora justa del instante infinito. ¡Aquí y ahora! Cuando tenemos todo el tiempo del mundo para malgastarlo imaginando como suena el roce de la piel, con otra piel. ¿Por qué no sentir sin ser tocados? Como el silencio nos habla a gritos y rompe la soledad de la compostura. ¿Por qué no insistir? En la frase pegada al oído que ambos convertimos en un susurro inapreciable, que nos hace entendernos de una única forma inaparente. ¿Por qué no mirar sin abrir los ojos? Sin miedo a tropezar, sin desconfianza… Recuerda que cuando más nos amamos, fue aquella tarde en la que menos nos conocíamos. Tu y yo, sin prisas… Sin que ningún reloj nos marcara las horas, (era imposible que nos cogiera en ambas muñecas) teníamos todo el tiempo del mundo dispuesto a nuestros pies…

Demasiado deprisa… Demasiado deprisa. Ahora que no estas. La vida ha transcurrido sin medida ni tiempo. Ahora los besos se malgastan en la boca cerrada, donde mueren las palabras que nunca dijimos. Ahora el silencio se hace visible, (no hablas) y el frío se ha abrazado a mis manos. (No te siento). El cielo me dibuja las estrellas, recostadas en el abismo de las dudas. Una a una y me gritan tu nombre. (Por fin se lo aprendieron). Hoy mis ojos se han cerrado demasiado de prisa en busca del sueño, pero no he encontrado tu sonrisa. Mientras las luces de esta ciudad dormida, se han apagado con un soplo, Morfeo ha dejado de hablarme… (Ya no le conozco).
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José Manuel Rodríguez Viedma

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