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uerido lector. Si tuviese que describir la palabra “espera”
utilizando una frase, sin duda, un
verso saltaría a mi memoria como surgió aquel día del tintero de la
poesía, a la fría desnudez de la página en blanco que esperaba ansiosa del agua
fresca de la rima. Aquel verso decía;
“El
arte de esperar,
es jugar con
desesperarse.
El arte de
querer,
es pasar el
tiempo esperándote.”
¿Quién no ha amado alguna
vez esperando? Simplemente esperando. Esperando que una flor nazca fértil y
hermosa del tiesto de una maceta, que con antelación hemos llenado de tierra.
Esperando, que cuando la primera flor apareciera tocada por una mano divina, su
color y el de tus ojos, se fundieran en uno mismo, y naciera en tu vida otro arco
iris imaginario con un color añadido. (El color de la espera.) ¿Por qué
no buscar el amor mientras esperamos? Podemos esperar que el sol de un nuevo
día nos regale una sonrisa. Esperar que la ternura de un beso pose sus alas en
nuestra mejilla. Esperar que el teléfono suene
y descolguemos el alma. Esperemos que la vida nos despierte del sueño y ¿por
qué no…? esperar que el sueño nos devuelva a la vida. ¡Simplemente esperar!

¿Quién no ha jugado a
desesperarse? Como recita el verso. Porque desesperarse es también parte de la
sangre que corre interna en las venas indecisas de la espera. Y nos
desesperamos porque no llega. Y nos desesperamos porque su boca no grita ni mi
nombre, ni el tuyo, querido lector. Nos desesperamos porque a veces en medio de
este jardín florido, no alcanzamos a reunir siquiera un pequeño ramo de flores.
Nos desesperamos si de la rosa no encontramos
más que la espina, mientras nuestra torpeza, deja escapar el aroma que
viste su pétalo. Quizás nos desespera el juego de la espera, simplemente porque
jamás, nos tocó jugar a ser los esperados.
“El arte de querer es como
un pincel que dibuja al ser querido. El arte de la espera, es la complicidad de
esperar y ser esperado.”
Soñemos con nuestro lienzo,
y sintámonos creadores al ver acabada nuestra obra. Cuando encontremos el amor,
ese amor que estamos buscando, también habremos acabado con la desnudez de
nuestro lienzo. También tendremos las manos manchadas de colores jamás inventados.
También seremos inspirados e inspiradores.
Igualmente sacaremos sin tapujos el paisaje secreto que todo artista
lleva dentro del alma. Si querido lector, porque todo aquel que espera es un
artista, (la espera es un arte) y todo aquel capaz de imaginar con
ternura, es y será, el mejor pintor de ideas que ponga sin soberbia, la firma
anónima que oculta su nombre al pie de su obra. La única dificultad será la de
saber buscar dentro de nuestra maleta. Aquella donde guardamos nuestros tapones
de acuarela, y nuestros botes apenas estrenados de óleo. Porque en alguno de
ellos se encontrará el amor…
No desesperes querido lector, será cuestión de usarlos todos y cada uno de ellos. Mientras pintamos un mundo de ilusión, y tengamos claro que sencillamente, “la espera” es otra forma de amar, y yo querido lector… te estaré esperando mañana.
José Manuel Rodríguez Viedma
(Del libro "72 horas buscando amor"
Editorial Círculo Rojo)
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