Entre iras y reproches.
Si piensas que todo he
perdido,
nada más lejos de la
realidad.
Bien baratos vendiste
tus gritos,
aún me queda la
¡dignidad!
Si piensas que todo
está dicho,
que ya no hay nada de
lo que hablar…
Solo es fruto ruin,
de tu capricho,
pues aún me queda la
¡libertad!
Si sobre tu sillón de
eucalipto,
crees que no puedes
aprender más.
Tu torpeza no guarda
el ritmo,
de querer saber de
honestidad.
Si tu riqueza te hace
divino
sobre un castillo de
cristal.
Si solo piensas que
hay un camino
que siempre nos lleva
a tu verdad,
el tiempo te enseñará
el destino
de tu pobreza inútil,
¡singular!
Eres el más pobre de
los hombres,
tienes dinero… y nada
más.
Cuando la muerte te
alcance algún día
sobre tu lecho
inerte, sin pensar.
Solo le pido a mi
suerte,
¡estar a tus pies
presente!
y ver lo que te
puedes llevar.
Para entonces habrás
aprendido
pero ya no habrá
tiempo de hablar.
Nunca fuimos amigos,
¡jamás! dos semillas
de trigo…
¿Dónde aprendiste tu
lealtad?
Si piensas que todo
he perdido,
nada más lejos de la
verdad.
Con ser libre y
honesto yo he sido,
que tú, cien veces
más rico,
a fuerza de ¡Dignidad!
José Manuel Rodríguez Viedma