miércoles, 8 de agosto de 2012

Poesía en el Laurel


JARDINES DE SAN LUIS EL REAL
LA ZUBIA, GRANADA

La novena Edición de Poesía en el Laurel, volvió a ser mágica. Mágica con la música de Xavier Astor & Compañía, Rogelio Gil al saxo, Kiko Aguado a la guitarra, Xavier Astor al contrabajo y Julio Pérez a la guitarra. Mágica en cada uno de sus acordes que daban la bienvenida al acto, toda vez que la palabra del Poeta Pedro Enríquez resonaba entre los jardines, inmensamente mágicos de San Luis el Real. No faltaron los protocolos y agradecimientos meritorios por parte de D. Antonio Iglesias Montes, Alcalde de la Zubia, ni de Ana Sáenz Soubrier, Concejal de Cultura. No faltó nada, para que la noche fuera eternamente mágica y la poesía, por si sola, comenzara a brotar por cada poro de la piel de los que nos congregamos en un nuevo paraíso terrenal.

La Mexicana Leticia Luna, oculta tras el velo de una noche mecida a medias por una brisa tímida, abrió su boca y su libro, y comenzaron a brotar las palabras dulces acentuadas por los gestos de sus manos. De aquel libro abierto, volaron rimas azules que se quedaron para siempre a vivir en el escenario. La piel sintió el roce de su abrazo y el dulce balanceo de su mágica voz, encontró el camino de la Zubia para no perderse jamás. Le bastó una vela encendida para iluminar los sentimientos y los sueños y un nuevo velo, de sangre en esta ocasión, para homenajear con su verbo el dolor de otros tiempos  inmortalizados en negro sobre blanco.

Tras ella, el Poeta Joan Manresa desde las Islas Baleares, duplicó su presencia en el escenario con sus mismos versos, divididos en dos almas gemelas, que hablaban y decían lo mismo con diferente lenguaje. Joan recitó sus versos en catalán, la misma expresión que fueron concebidos y los jardines de San Luis guardaron silencio ante aquellas palabras que sonaban, para algunos incomprendidas, pero que brotaban con dulzura de su alma. A poco de que guardara silencio, su alma gemela, tras del atril, los volvía a transmitir en castellano. Los poemas saltaban de boca en boca, mientras Joan sacaba una llave de su bolsillo y con el puño entre abierto, dejaba escapar sobre el entarimado, la arena, quizás de un reloj roto que había parado el tiempo en el Laurel.

Y llegó la magia del homenajeado. Irrumpió Rafael Guillén después de que una vecina de su infancia, estremeciera al poeta con unos versos de su hermano Jorge Guillén. La cigüeña volvió a volar por los jardines y puso rumbo a la Alhambra, que para entonces y a lo lejos, yacía recostada difuminada en el horizonte. Recogió el merecido premio con sus manos y recitó algunos de sus poemas. A pesar de reconocer burlonamente que jamás se emocionaba, lo hizo. Su melancólica voz, pidió templanza a la música de Xabier Astor que le acompañaba, pidió calma a la brisa que se había apagado por momentos, y pidió tiempo sin abrir la boca, para saborear poco a poco, segundo a segundo, cada estrofa de sus versos, sus mágicos versos, ante una nueva y recién estrenada mágica noche de ensueño, música y poesía.





Una noche más en los Jardines de San Luis el Real. (Aún nos queda otra.) La Poesía en el Laurel hizo nuevamente respirar a la Zubia, como lo hacen los poetas…



Transito


Sentimos la metamorfosis en la leyenda,
nos hicimos flacos y delgados cuerpos sin hambre.
Llegamos con las expectativas del hambriento
y nos fuimos con el remanso de la paz en nuestras barrigas.

Nos supo a poco tales manjares en la huerta de los sentidos,
tan poco, que en más de una ocasión trepamos al árbol
para comernos las frutas de los otros.
Sentimos de tal manera el amargo limón en nuestros labios,
que terminamos por besarnos el veneno de nuestras bocas.
Habrá que volver mañana. (Nos dijimos.)
Esta cena ha sabido a poco en nuestro plato.

Nuestra alma de poeta sigue hambrienta,
el pan en el mantel ya se ha apagado
y las noche en el Laurel, nos ha dejado, la simiente de otra miel,
para beberla ya… sobre otros labios.

José Manuel Rodríguez Viedma.

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