martes, 9 de octubre de 2012

A la orilla del recuerdo. (A lágrima viva.)



 
SE QUE ME CASTIGÓ EL CIELO


Se que me castigó el cielo.
Que las estrellas no están hechas para mí
ni la suavidad de tu pelo.
XXXXX
Pero un día treparé a lo alto
y robaré cuatro luceros
para ponerlos en tu sueño.
Robaré de un salto el amanecer
y dejaré sola la luna de enero.
XXXXX
Pintaré de rosas la noche
aún sabiendo que me castigó el cielo,
por ser marinero sin barco
capitán de cuatro puertos.
XXXXX
Por no tener espumas mis olas,
ni valor mis sentimientos…
Por no tener llantos, mis pupilas rotas,
¡se que me castigó el cielo!
XXXXX
Por no tener espinas mis rosas.
Por cerrar las puertas del pensamiento
y por haberte querido tanto…
¡Se que me castigó el cielo!
XXXXX
Por querer volar y ser gaviota.
Por querer ser tu silencio…
Tengo las alas rotas
por el peso de tus recuerdos.
XXXXX
Por querer cambiar la historia
y de caminos mis senderos.
Por haberte querido tanto,
se que me castigó el cielo.
XXXXXX
Por tener una espina clavada
desde aquella noche de mayo,
de luna terciopelo y nácar
se que el cielo está llorando.
XXXXX
Por no olvidar el aliento,
ni su tierra, ni el lamento,
ni las sonrisas calladas.
Por tener lágrimas de bronce
que me cortan la cara.
XXXXXX
Por darte el primer beso
y después darte la espalda.
Por tantas noches de desvelo…
¿Sabes tu acaso muchacha?
¡si puede perdonarme el cielo!

 
José Manuel Rodríguez Viedma.

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