lunes, 24 de junio de 2013

Luna de San Juan


 
 
LUNA DE SAN JUAN
 
 
Se marcha tras la cresta de los precipicios.
Es de noche, y aún su blancura en la mirada,
desvela los nombres carentes de apellidos
como inhóspitos seres despiertos de madrugada.
 
Aún queda el fuego retorciéndose en los leños
y las brasas depositando el sueño de los justos.
Improvisados corazones que saltan en pequeños,
pálpitos de sentimientos carentes de ropa. Desnudos.
 
Tengo el beso del cerezo y la almendra en el recuerdo
y una gota de rocío enmudecida en la pupila.
Advierto el temblor, aún de tu llanto pequeño,
danzando entre la mar oscura de mis rodillas.
 
Casi he tocado con la punta de los dedos la brisa,
por un momento he bailado con la fuerza del fuego.
En un instante me ha dado la espalda la vida
y vuelto a nacer, cien veces de nuevo.
 
Será la hoguera incandescente de tu herida
o el rastro que deja, el amor en el alma. Sería eso.
No tuve dolor, ni miedo a morir en vida,
cuando de nuevo mi vida, llegó a tu beso.
 
Después, el agua tocó nuestros pies, y se fue desnuda.
Bebimos ambos ya, de la misma copa.
En el horizonte hemos advertido que fue la luna,
quien se ha llevado, nuestros nombres sobre la boca.
 
José Manuel Rodríguez Viedma

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