No me digas que no te quieren,
ni desnudes la simetría de tu llanto
en la fragua rota de mi almohada.
Cuando se enciendan los cipreses,...
saldrás a contar alondras
sujetando abriles en los cristales.
Y vendrá el viento y te tocará la cara,
y sentirás sus manos sobre tus ojos
como la antesala de un amor invisible
que te busca desnuda entre las sombras.
saldrás a contar alondras
sujetando abriles en los cristales.
Y vendrá el viento y te tocará la cara,
y sentirás sus manos sobre tus ojos
como la antesala de un amor invisible
que te busca desnuda entre las sombras.
Te quedarás tendida en la orilla.
Como una piedra puntiaguda
con otra sal y otra espuma,
con otras vergüenzas inesperadas.
Y sentirás acariciar tu piel desnuda
con el abrazo inhóspito de las olas,
hasta querer morir, para nacer de nuevo
en la misma playa, para añorar su abrazo.
No digas que no te quieren,
pues habrán llenado su luz
nuevamente las estrellas al horizonte,
y dibujado un azul diferente
al océano lloroso de tus ojos.
Márchate cuando tú quieras
sin esperar que nadie te llame.
Cuando el vacío de tu alma duplique tu ausencia,
se multiplicarán por mil los recuerdos
y quizás, cuando ya no estés,
sabrás que todos los que te quisieron
nunca podrán ocupar, el espacio de tu silla vacía.
Y te habrá querido como nunca
el universo de tu soltería,
desterrado por siempre y para siempre
en la tormenta salada de tu lágrima.
No me digas que no te quieren,
los que no murieron junto a tu beso.
Todos se llevaron en sus bocas
la deuda del amor, en tu primer otoño.
En los espejos del olvido
la soledad camina desnuda
y solo se reflejan de puntillas
el amor y los recuerdos.
José Manuel Rodríguez Viedma
Del Poemário "VERSO" La sonrisa de los girasoles.