QUEBRANTO EN LA SOLEDAD DEL AMOR
Tendré que inventar un aullido,
otra señal que deslumbre el reflejo del alma
cuando la cadencia del suspiro chico,
se derrame en las cuerdas temblorosas de mi beso.
Tendré que inventar una nueva agonía
que sobre mi pecho inacabado describa,
la proeza inadvertida de tu latido sobre el mío
en la caja rítmica de los secretos.
Tendré que inventar una nueva leyenda,
descrita en las páginas saladas, mojadas por tu dedo
y una nueva cubierta de pieles sedosas
formando la contraportada, del mañana cuando llegue.
Tendré que inventar una nueva luz,
calida y semidesnuda entre el fuego de las antorchas
y una nueva mirada enjaulada en las pestañas
de tus ojos cuando sueñan.
Tendré que inventar una nueva sonrisa, quizás,
o una recién estrenada lágrima,
rozando la comisura de tu boca
hasta llegar al péndulo perfecto de tu barbilla.
Tendré que inventar una hora más, cuando te halle
y una nueva noche oscura, con sus sábanas de seda.
Una farola en la ventana de los reproches inadvertidos
y un cristal opaco, impregnado con nuestro amor.
Tendré que inventar un nuevo sonido para llamarte
y una nueva caricia cada tarde, si me dejas.
Un nuevo espanto de miedo tras la puerta
y otro adiós, con billete de regreso en la mirada.
Tendré que inventar un nuevo regazo
en mis brazos inacabados sin los tuyos,
en esta prolongación de la carne dispuesta
si así lo fuera, a morir junto a otra carne.
Tendré que inventar otro cielo.
Quizás otro paraíso de ternura frente a mi lecho.
Otro pensamiento fugaz y otro olimpo,
repleto de laureles en las sienes de los justos.
Tendré que inventar un nuevo pecado
y arrepentirme de nuevo otras cien veces,
con la cabeza declinada a los zapatos
y los huesos temblorosos, atados a los tobillos.
Y una vez tenga mi nueva leyenda escrita
en la señal bendita y oculta de tu beso.
Una vez tenga mi secreto nuevo
en la agonía sedosa de tu sábana.
Una vez tenga mi aullido nuevo sobre la boca
y una nueva luz resplandeciente, y una ventana.
Una vez tenga una nueva sonrisa
en otro Olimpo en un vergel, junto a otro cielo.
Una vez tenga todo un tiempo por estrenar
y un nuevo sonido abrumador para llamarte.
Unos huesos sin temor a los suspiros
y un billete de ida y vuelta en el pensamiento.
Una vez tenga a punto de cumplir
la condena perpetua de mi pecado.
Una vez tenga mi brazo a tu abrazo
dispuesto a morir por amor, junto a tu carne.
Si ya lo tengo todo, ¡amor! y no te encuentro.
Tendré que inventarte ¡amor!
Tendré que inventarte…
José Manuel Rodríguez Viedma
Del Poemário "VERSO" La sonrisa de los girasoles.