jueves, 16 de agosto de 2012

Poesía en el Laurel





POESÍA EN EL LAUREL
<< Se cerró el telón >>


Pasaban algunos minutos de las nueve y media de la tarde, cuando Francisco Valenzuela,  VALEN, entonaba al cielo de la Zubia sus romances cantados. Algunas estrellas parecieron darse cita de una manera especial en el sublime escenario de las constelaciones. Mientras la guitarra de Pablo García vibraba entre trémolos apasionados, todas las flores de San Luis el Real, desplegaban sus galas oscuras en el paraíso del Laurel. Y se hizo la noche cerrada con el Arpa de Elisa Remón, abrazó las cuerdas con el alma y entonó las palabras de amor traducidas al castellano de la dama del verso, Aicha Bassry, que había dejado Marruecos en cuerpo y alma, para regalar sus poemas a quien tuvimos la suerte de escucharla.  Nos dibujó a su hija robando un racimo de uvas en sus sueños y con ella, todos saboreamos la vid de la dulzura. Suhail Serghini con su laúd árabe, nos traslado al país de las mil y una noches. Se estremecieron los cimientos del convento de las Mercedarias de la Caridad hasta el punto, que todas las flores temblaron con sus pétalos y estíos difuminados entre aromas de otros tiempos.

Se cerró el telón de la Poesía en el Laurel en su novena etapa. Cuando apenas nos habíamos llevado a la boca la miel de la prosa que la brisa se había comido de un bocado cuesta abajo. Cuando la Poesía desde Turquía, se posaba en los labios de Haidar Ergülen y un baño de silencio besaba las mejillas de la calida brisa de unas cercanas doce de la noche, que se despedía borracha de amor ante la tenue luz de las farolas. Se cerró el telón con la voz del poeta Antonio Gil de Carrasco, que nos dibujaba una España medieval en el recuerdo y un llanto apasionado ante la perdida de su abuela. Sus versos se aclimataron a los ojos cuajados de lágrimas y un vendaval de sentimientos, danzaron al unísono entre la pasión y el quebrando de su palabra.   

El catorce de agosto había cerrado el telón de la cultura en el laurel. Los poetas afianzaron sus bocas a la gubia del silencio y se tornaron en estatuas mudas para que solo el alma y recuerdo hablara ya de ellos en la fragua lorquiana de los tiempos. Los músicos guardaron los instrumentos en sus cajas de misterio y la abrazaron con dulzura a sus manos, como quien el alma lleva fuera del cuerpo y la saca a pasear por la rivera de los sueños cada madrugada. Los cantautores dejaron caer al suelo sus pestañas y  desprendieron sus inspiraciones hasta los talones de sus zapatos, para seguir recorriendo el mundo entre compases, inacabados versos y rimas, llantos y requiebros.


A poco menos de las doce de la noche, cuando apenas la cenicienta de la Zubia había escuchado la campana de la iglesia blanca de la cuesta…, se cerró el Telón. Se apagaron los enchufes de las baterías de sonido y se durmieron las flores entre las encinas y los laureles de los cuentos. Ahora solo quedaba en la blanda brisa de la huerta, un cierto desasosiego de las personas condenadas a marcharse entre suspiros. Todos fuimos víctimas para el recuerdo y fuimos protagonistas del presente más inmediato. Cuando los poetas se callan, el alma se despierta y grita, cuando el alma grita, el poeta es incapaz de comerse de un solo bocado, las palabras que describen cuerpos y vida. Pero ya era imposible volver a escucharlos, al menos entre aquella brisa que durante dos mágicas noches nos había besado la frente.
Desgraciadamente para los mortales… de una forma incandescente, se había cerrado el telón.




EN OTRO MOMENTO


No habrá tiempo de imperfecciones cuando nos miremos.
Cuando cara a cara nos veamos el uno junto al otro.
El alma nos tenderá la mano y nos besaremos junto al río
y la parra nos tenderá la uva, para comerla con nuestros labios.
Nos sabrán a beso las miradas furtivas de los necios
y a incienso la valentía de quien nos niega.
Abriremos el telón, ¡de nuevo! con nuevas rimas y nuevos versos,
y cuando veamos el amanecer en los ojos cerrados del poeta,
nos miraremos de nuevo…. y sonreiremos.
Ahora, ahoguemos en profundas aguas nuestros besos,
en la huerta solo queda Dios disfrazado de niño,
que busca entre las flores, las sonrisas y los versos.


José Manuel Rodríguez Viedma

Mi más sincera felicitación
al Ayuntamiento de la Zubia y en su nombre a D. Antonio Iglesias Montes, su alcalde, y a Ana Sáenz de Soubrier, Concejala de Cultura.
Al Poeta Pedro Enríquez por su más que acertada dirección, y a mi amigo Manuel Sánchez Salmerón, siempre por su impagable compañía.








2 comentarios:

Manolo Sánchez y Salmerón dijo...

Merece la pena que se celebre Poesía en el Laurel por poder leer tus comentarios sobre el evento. Gracias por esa forma de escribir y sobre todas las cosas por incluirme en la dedicatoria, eres además de un poeta insigne un amigo inmenso. Un abrazo grande.

José M. Rodríguez Viedma dijo...

Muchísimas gracias por tus palabras Manolo. El honor como siempre he dicho es mío, por tenerte entre mis amigos. Espero que podamos disfrutar juntos todos los versos y poemas que restan por escaparse de los poetas, ya no solo en el Laurel, en la Zubia, si no allí, donde el sueño siempre beba del paraíso de los romances cautivos.
Un abrazo también para ti.

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