viernes, 9 de abril de 2010

A la orilla del recuerdo. (A lágrima viva)


¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Te olvidé


lllllllllllllllll
lllllllllllllllll
Déjame decirte
y sin decirte te diré,
que quise decir tu nombre
y mira tú por donde
¡Lo olvidé!

Que no es mala la compañía
a todas horas del día.
¡Mala quien te da la espalda!
y por detrás te desafía.

Yo soy de los que tienen
por costumbre una razón.
Una oración en mis labios
y trato con el perdón.

Aunque a veces me cuesta trabajo,
tener por tradición,
ser para todos buenazo
y para mi ser un ladrón.

Camino a camino y paso a paso.
de mi cansancio hago respiros
y con mi garganta una canción.

Mi vida y mi estatura,
de sobra cortas son,
pero el sentir de mi poesía
será por eso de que es mía
y yo la hago con pasión,
es más larga y más cautiva
que la vida de un romano
enlazado a su legión.

Y aun así yo me pregunto
y no concibo la razón,
como sonríes por la calle
como no te falta detalle…
¡Faltándote el corazón!

Corazón para mirar por tus ojos…
Bonitos pero le faltan color.
Alma para desengañarte,
de que hay mujeres cobardes
y esa dicha a ti te tocó.

Pelo… ¡Pelo azabache!
Pero sin noche ni luceros…

¡Manos de seda!
Pero que nunca hay manera
de que la esencia de tus dedos,
tengan la delicadeza
de ir pidiendo por tientos,
mientras te baila tu trenza
la grandeza de tus besos.

¡Besos embusteros!
Que me robaron la poesía.
Esa que de niño tenía,
en aquellos cuadernos viejos
de aquella vieja librería.

Que tanto te gustaba el librero…
¿Te acuerdas? ¡Por que yo me acuerdo
que me lo decías!

Ahora caigo en la cuenta
de la que antes no caía.
No se que misterio,
Ni lo que el librero tenía.

Pero es que a ti te gustaba
el librero, el estanquero,
el del bar y la cafetería.
El droguero, el albañil
y como me explicas a mí,
que hasta tuerto de los dos ojos
¿Pudiera tan traerte loca?
¡Aquella fue mi derrota
que no la pude resistir!

Por eso te digo ahora…
Sin cambiar el tono de mi poesía
¡Yo no tenia dineros…!
¡Yo te diré lo que tenia!

Un corazón para quererte,
como nadie te quería.
Loco, loco, loco de pesares,
aunque me faltase la vida.

Y tú miraste los bolsillos
y no detrás de la camisa.
Ni la sangre que derramaba,
mi alma que se partía.

Aun estoy llorando
viendo como tienes que irte.
Solo déjame… déjame decirte
y sin decirte te diré…
¡Que quise decir tu nombre!
Y mira tú por donde…
¡Al decirlo…! lo olvidé.
lllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll
José Manuel Rodríguez Viedma

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