jueves, 8 de enero de 2009

Pregón Oficial de la Semana Santa de Granada 2.008


Pregón Oficial de la Semana Santa de Granada 2.008 (Estracto)
Fotos: José Velasco

No te importe nada. Si son las alas de la noche las que cubren tu cuerpo hasta hacerte invisible. Si el sentimiento te acobarda, hasta el punto de que un grito mudo sea capaz de invadirte el alma, hasta dejarla sin aliento. Si las estrellas se apoderan de los destellos que puedan surgir en cada una de tus pupilas. No te importe llorar, si en tu incansable sollozo, sientes una mano humilde acariciar tu espalda que te despierta los sentidos, hasta hacerlos danzar de puntillas sobre la seda de tus manos. No te importe la soledad que grita tras del rincón de las Pasiones, ni el gentío de la plaza que ruge con sus palabras elocuentes y sabias. No os importe el silencio, dibujado sobre las bocas calladas que mantengan oculto el suspiro. Sobre el navegará la sombra de nuestro otro yo, entre aromas inimaginables. No te importe nada, desgranar un rezo entre el murmullo, ni buscar entre las sombras la nostalgia vestida de noche entre el azahar y el almendro. ¡Sueña! Sin importarte que tu imaginación alcance en tu imperecedera locura la oración justa, en el instante infinito. ¡Sueña! Manteniendo los ojos abiertos de par en par, sin importarte que la primavera cierre tus pupilas con el centelleo fugaz de su mágica luz. ¡Sueña! Sin importarte nada. Hasta que sientas como el alma vuelve a encontrar tu cuerpo dormido y una brisa silenciosa, casi inaparente, haya mordido tu cara con la fiel delicadeza con la que… Se deja un beso en Granada.

Granada… Granada… Granada… Y tras de ella, la belleza descrita por la que navegan las palabras. Por cada rosa desprendida de sus ojos, otras mil se abalanzan a crecer entre su tallo verde, donde florece la Alhambra. Por cada sonrisa divina, tu pena mas encarnizada, se deja caer por el Darro hasta llegar a la plaza. Por que eres Granada caricia y a la vez destemplanza, quizás por tu hermosura ante las noches de luna blanca, donde un requiebro de amor, hace poner en la flor, la espina y la fragancia. Ambas tienes de las dos, que por una mueres de amor y por la otra revelas el alma.

Acaso no es vivir del sueño, si al hablarte mi voz entre la palabra y el genio, ardes en todos nosotros, aquello que tienes de amor, entre las ascuas del leño. Acaso no es Granada fervor, engalanada de incienso ¡Algo tienes de los dos! Empedradas calles de pasión, que buscan la ocasión, de poder elevarte a los cielos. Darro y Genil te atraviesan la cintura cincelada, orfebres labraron cien coronas y entre cien Sierra Nevada, fue diadema elegida, que te engalane de por vida la sonrisa de tu cara. Albayzín entre tu pecho blanco como una promesa encantada, por el que navegan los palios hasta llegar a Granada, con sus silencios prohibidos, con sus boquitas calladas, con sus luces divinas que se encienden y se apagan. En cada rincón un murmullo, un rezo en la baranda y una noche de saetas por las que mueren de penas, los quejidos de la garganta.

La noche es el espejo de quien quiso lucir en su capa, el fondo de un pozo negro donde sus penas ahogaran. Granada de Sacromonte, de cuevas y de fraguas, en unas tu abandono muere, como un pobre al que nadie quiere, incapaz de bailar una zambra y otras tantas nos conmueves, al ver posado en tu mirada, al Patrón San Cecilio que escogió Valparaíso para ver su muerte atrapada, en la belleza de las flores a los pies de una gitana. Granada de versos locos que se escriben y se cantan, unos se los lleva el viento, otros que el viento se llevara, ponen barcos sobre la mar y caballos en la montaña. Granada de “Lorcas” pequeños se hacen muleta en la plaza, cuando cinco toritos negros, prenden la paz de los miedos en el pico de sus astas. Granada de Benítez Carrasco, de Ganivet o de Falla, de la música que desprenden los cipreses de agua, Granada de San Pedro, de los Tristes y de Santa Ana, por cristianos bendecida por reyes moros aclamada, todos heridos de muerte por el embrujo de ganarla. Y al llegar hasta Bibrrambla, nuevamente las flores en quiosquillos de hojarasca, desprenden su mar de aromas que hombres y mujeres guapas, intentan prender con mesura en el ojal de la solapa. Granada es Catedral de los sueños y como sueño inacabada y Siloé otro niño asomado desde la torre más alta. ¿A dónde miras Siloé, cuando bostezan las mañanas? ¡Al universo de los sueños sin salir de Granada! Y Granada se hace remiendo, al roto de una plegaria…


Septiembre en el almanaque
y las flores que se desmadran,
ni una crece en la vega
que dicen que en la carrera,
toditas las mañanas
ellas solas se desgranan
con sus pétalos de seda,
por ver quien es la primera
que consigue posarse en su cara
y robarle si puede una pena.

Embajadora Reina y Madre,
en Tu tormenta serena
esta Granada de bronce,
esta Granada de piedra
anda buscando escaleras
en la piedad de los hombres.

Y es Tu grandeza Señora
como el manto en el que recoges
los pecados que te entregamos
mientras repartes perdones.

Virgen de las Angustias
Patrona y Soberana
no hay domingo más glorioso,
más florido, más hermoso
que aquel que te llevan en andas
y cien palomas cruzan,
el plomo de tus campanas…

Así es la ciudad que despierta al alba entre los sonidos del agua, que manan de cada una de las fuentes, que ejercen de surtidores en las calles y las plazas. La Granada que suspira, que grita y que calla. Que todas las primaveras, como a cualquier muchacha, ante el piropo sincero de llamarla ¡Guapa! corren a aparecerle dos soles gigantes en la textura de su cara. Primavera de amores que se desgarran, al escuchar los roncos tambores lanzados al viento, bajo las manos templadas. Primavera de cornetas, de chaquetillas, de galas, de bambalinas que se descuelgan, de Marías Madres Inmaculadas. Primavera de llanto oculto, de capirotes, de capas, de simpecados bordados, de baral y de jarra. De costaleros cansados al llevar a sus espaldas, los Cristos Crucificados sobre los puentes de nácar. Primavera de espinas, de saetas en las barandas, que poetas dibujaron con la inspiración de sus palabras. Primavera de flor que nace para ser clavada, sobre un Gólgota marchito, en el regazo humilde de la plegaria. De amaneceres, de soles, de gubias, de rosarios, de penas y de ojitos cuajados en lágrimas. Primavera amigos míos que hace justificar la palabra, en esta voz pregonera y de la osadía de quien os habla… ¿Importaros? ¡Para nada! Así rezamos los cofrades, cuajaditos de altares, por las calles de Granada.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Con otras miradas...

Con otras miradas...
La mitad del silencio

Libro de vistas