lunes, 14 de diciembre de 2009

Poemas dormidos para almas despiertas.(Extracto.)




Otra época para amar





El tiempo, es una triste melancolía,
que el hombre inventa en su mente
y como la mente es comedia divina,
al final termina indiferente
soñando que pasa la vida,
para unos tan de repente
y para otros pasa indecisa,
porque pasa y pasa… ¡simplemente!

Y simplemente la Navidad regresa,
como una triste ideología
de ver al hombre como crece,
más sin saber que solo la vida
es la musa que merece,
encontrase a veces perdida
esperando que sin más regrese.

Y simplemente la Navidad regresa,
en los ojos de un niño que mira
como quien les precede,
siguen posando la mirra
bajo el techo pobre de un pesebre.

Y simplemente se hace la noche,
cuajada de estrellas prohibidas
pero ninguna me parece,
que la que menos ilumina
es la que más concede,
los tres deseos en la vida.

Porque simplemente la Navidad
nos pone dulce el alma y la piña,
la una por que parece
ser manantial que rima,
en los lienzos permanentes
donde se dibuja la risa.

La otra porque es solo fruto
y el azúcar que respira,
ya no le pertenece
ni a la savia, ni a la espiga.

Es Navidad ¡Lo es!
A pesar de la melancolía,
aunque la noche del revés,
sea callejón con salida.

Es Navidad ¡Lo es!
A pesar de las estrellas, (La mirra)
pues solo se posan los pies
una sola vez en la vida.

Lo demás no se si es,
como una eterna sonrisa
que no te deja crecer,
ni deja escarparse la dicha.

Es Navidad ¡Lo es!
¡Venga el beso y la rima!
que siempre es tiempo de volver
tan solo una vez, ¡alma mía!
Aunque al besarte sientas después…
una cierta, melancolía.



José Manuel Rodríguez Viedma
Feliz Navidad
(sueño)

viernes, 27 de noviembre de 2009

IN MEMORIAM


A D. Manuel Benítez Carrasco.
25 de Noviembre de 1.999



Aquella mañana, el agua se deslizaba del cielo, lo mismo que lo hace el rocío de la mañana sobre la hoja, hasta caer de la hoja a la rama. Aquella mañana llovía, pero lo hacia tímida, como una mocita que se esconde tras de la ventana del primer beso, atrapada en los cerrojos del abrazo espontáneo y torero que se da por primera vez. Un agua triste y mansa, como los ojos de quien no mira y aleja las pupilas al infinito de los sueños inventados a cada vuelta de sábana. Aquella mañana, la Alhambra se asomaba al cielo sin apenas tocar el abismo con sus nudillos desnudos. Estaba mojada por la lágrima y el suspiro, que bajaba desde el Paseo de los Tristes a Plaza Nueva. La Torre de la Vela, deshojaba silencios a cada golpe de campana, y agachaba la cabeza como nunca, escondiendo una vez más su timidez como siempre. Aquella mañana, se escuchaban versos en la Plaza del Salvador, mientras el agua resbalaba por la Calle del agua para dar entonación al mejor poema jamás recitado y nunca escrito. Las acacias se tornaban de norte a sur, como quien busca la razón a los suspiros descritos entre virutas de carpintero. Se escuchaban los cánticos desde el Ave María, y los saltos de los niños que chillaban con sus gargantas feroces e impacientes por crecer y llegar al árbol de los mayores. ¡Llovía!... Llovía por la cuesta del Chapiz, callecita abajo y callecita arriba hasta los Mártires. Llovía en los ojos de las mujeres, buscando el piropo del poeta enardecer entre páginas blancas de papel inmaculado. Llovía sobre los ojos de los hombres, que anduvieron sobre las sendas de otras lluvias y otros tiempos. Llovía en las copas de los cipreses de San José, espigados verdes y firmes como los civiles de Lorca, y llovía sobre los mármoles fríos y florecidos de los muertos de siempre y siempre sobre los muertos.

Aun recuerdo como llovía… Mansamente. ¡Tanto! como para empapar el pañuelo de los que allí estaban, y tan mansamente para los que no fueron.



Que hermosura el tiempo y la vida,
que da y quita, lo mismo al que tiene,
que al que da, pero no fía.
Pues así siempre entretiene
pensar que el que más tiene,
ya no es el que más tenia.

De igual forma al recordarte hoy
poeta grande que te morías,
veo tanto verso en otras bocas
que tal vez ya, ni reconozcas,
a tanta gente que te leía.

Entre tanto un perro cojo
¡Quien sabe a donde iría!
dibuja estrellas de plata,
en los cielos de Granada
esperando que llegue el día.

Un homenaje mañana.
¡Se ha muerto! ¿Quién lo diría?
Noviembre se hizo de escarcha,
no había gentío en la plaza,
¿Sería Señor... porque llovía?



José Manuel Rodríguez Viedma.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Cuando el agua habla.




Cuando el agua habla



A lo mejor si guardo silencio,
escucho el sonido del agua
o la escucho hablar, melódica,
risueña, enamorada.

¿Pero el agua habla?
El agua se desliza por la piel,
por la rosa y la rama.
El agua apaga la sed,
por la ribera del alma.

El agua es el aliento,
que le falta a una mirada.
Duda entre ser un afluente
o un rió que muere en la playa.

Y al encontrarse desnuda
navegando por tu cara,
el agua se hace velero
y el velero nostalgia
y la nostalgia un te quiero
y el te quiero una palabra
y mi palabra un beso
y el beso un trozo del alma,
que al ponerla frente a tu risa
quiere beberse tu lágrima.

Lagrimas como rosas,
rosas engalanadas
desde este balcón de los Mártires,
donde veo sentada a Granada.

Lucecillas multicolor,
que se encienden y se apagan
unas por falta de amor,
las otras de amor derramadas
y al fondo la mano de Dios
que las enciende con la mirada.

Granada vestida de noche,
Granada vestida de agua
dibujada entre pinceles de bronce,
esculpida a cinceladas de plata.

Eres como una enorme caseta
a la que no le falta de nada,
sus farolillos rojos de embrujo,
su blanca luna callada.

Con sus dos ríos prohibidos
que forman su negra baranda.

Eres como una caseta,
que formada en la distancia,
a unos los llenas de esperas
y a otros los desesperas
con abanicos de nostalgias.

Tu vestido de negra noche,
tus zapatillos de albero,
tus decorados de vida,
tus realidades de sueño,
tus manantiales de vino,
tus arrayanes de fuego
y hasta el aire que respiro,
en este que hacer pregonero
me hace sentirte caseta,
que a Dios se escapo desde el cielo.

Y desde allí… ¡Desde allí versos de Lorca!
Verso que muere en poema
y siembra romanceros gitanos
en el llamador de su puerta.

Desde allí Carlos cano
siendo flor de hierba buena,
descuelga su fado de amor
haciendo con sus manos la flor,
guirnalda de primavera.

A lo mejor si guardo silencio,
escucho el sonido del agua
o la escucho hablar, melódica,
risueña, enamorada.

¿Pero el agua habla?
¿Hablar…?
¡Grita... sueña... canta!

¡Si, Benítez Carrasco!
Maestro de la palabra,
los agujeritos que tiene el cielo,
unos los hacia tu perro
con su muletita de plata.

Pero los otros… ¡Los otros serán caseta!
serán caseta en Granada
que en la gloria un casetero
ante Dios y su mirada,
encajándose el sombrero
que San Pedro le entregara,
encenderá el portón de la Feria
ante el hermoso suspiro del agua.


José Manuel Rodríguez Viedma

viernes, 9 de octubre de 2009

A la orilla del recuerdo. (A lágrima viva)




Enigma de un fracaso



Conóceme tú
y no el mundo.
Piensa tú de mí
y después olvida.

Apaga tus ojos con mi alma
y después vuela.
Duerme y vive…
¡Y después sueña!

Sueña y se libertad
y después despierta.
Haz con tus manos amor
y después recuerda,
¡Que me conoció el mundo!
y no tú.

Y pensé yo
y tú no.
Y apague mis ojos con tu alma
y fui sueño y libertad.

Y después tú estabas despierta
y yo soñaba,
y fui recuerdo
y fui mañana
y fui lamento
y fui guitarra
y fui tormento
y fui agua
y fui silencio,
cuando tú callabas.

Haz mundo y vida
y después piérdete en mi pensamiento.
Y se cometa
y se viento,
se tristeza y lamento.

Se lágrima en mis ojos,
que yo seré tu pañuelo.
Se savia sobre mi tronco
y hoja sobre mis ramas.
Se sonrisa y zozobro,
se puerta y ventana.

Conóceme tú
y no el mundo
y cuando quede mi cuerpo mudo,
que hable de mí el mundo…
¡Y no tú!


José Manuel Rodríguez Viedma

viernes, 2 de octubre de 2009

Suspiros de un alma




Sombra de tormento.



¡Ay sombra de tormento!
frágil hoja que el viento te lleva,
buscando día y noche mi encuentro.
Como calida cometa que vuela,
surcando los limites del tiempo.

¿Por qué lloras? Dime… ¿Por qué lloras?
si ayer estabas riendo,
y jugabas a ser princesa, con tu corona de caracolas
sumergida en tu profundo sueño.
¿Por qué lloras? Dime… ¿Por qué lloras?

Sabes bien tu de rencores
y sabrás que tu tortura,
¡Hace ya, se la llevó la luna!
No… no vengas a pedir perdones.

No quieras prometerme tu felicidad
¡Embustera y traidora!
Escucha tú mi cantar,
yo si que te digo ahora…

¡Ay sombra de tormento!
Dos felicidades te voy a dar,
una por año nuevo,
la otra… ¡Por Navidad!

Anda, déjame, déjame…
que ya no tenemos más que hablar.
Que tu amor se lo llevó el viento,
y el mío se lo llevo la mar.
José Manuel Rodríguez Viedma

viernes, 25 de septiembre de 2009

Patrona de Granada

222222
222222
Ultimo atardecer de septiembre...
2222222
2222222
Septiembre en el almanaque
y las flores que se desmadran,
ni una crece en la vega
que dicen que en la carrera,
toditas las mañanas
ellas solas se desgranan
con sus pétalos de seda,
por ver quien es la primera
que consigue posarse en su cara
y robarle si puede una pena.

Embajadora Reina y Madre,
en Tu tormenta serena
esta Granada de bronce,
esta Granada de piedra
anda buscando escaleras
en la piedad de los hombres.

Y es Tu grandeza Señora
como el manto en el que recoges
los pecados que te entregamos
mientras repartes perdones.

Virgen de las Angustias
Patrona y Soberana
no hay domingo más glorioso,
más florido, más hermoso
que aquel que te llevan en andas
y cien palomas cruzan,
el plomo de tus campanas…
José Manuel Rodríguez Viedma
(Estracto Pregón Oficial de la Semana Santa de Granada 2.008)

lunes, 7 de septiembre de 2009

Pensamientos de infancia.




Nostalgia serena



No me apena la nostalgia,
de ver pasar el tiempo
ni las arrugas en la cara,
ni el color blanco del pelo.

El tiempo que pasa, ¡pasa!
sin poder detenerlo,
como el aire de mi ventana
como las flores de enero.

No me apena para nada,
tener en mi alma el secreto
de sentir el alma engalanada,
por la profundidad del sueño.

No me apena para nada,
sentir del aire el silencio
como posa en mi almohada,
las hadas de los recuerdos.

Yo soy feliz en mi ventana,
contando las gotas de mayo
escuchando de la campana,
el suspiro de un rosario
que rezan las viejecitas,
en las sillas de mi patio.

Ver la torre de la iglesia,
por la que no pasan los años
y las flores de mi maceta
cuajadita de geranios.

Yo soy feliz en mi ventana,
dibujando un puerto en mí barrio
lleno de barcos veleros,
por los que va navegando
el timonel de mis sueños,
con su ancla de barro.

Y como no tengo playa,
ni mar, ni sirenas
de la noche hago océanos,
cuajaditos de estrellas.

Y como no tengo barca
ni redes, ni velas
me hago pescador de sueños,
en mi barriada pesquera.

Y al niño le pesco una flor,
con sabor a hierba buena
y a la niña un amor
para ponerlo en su pecera.

La mar escondida
entre las callejas,
de ellas me saltan
delfines, ¡sirenas!

En mis sueños mi barrio es,
lo que yo quiera que sea
un jardín encantado,
rodeado de palmeras.

Una saeta rota
al llegar la primavera,
las alas de una paloma
que giran, saltan, corren, vuelan.

Un beso en una farola,
cuando se ama de veras
que deja mi barrio vacío,
de luces y de veletas.

Un presente inacabado,
un pasado sin cadenas,
un tesoro de bizcocho,
chocolate y magdalenas.

Mi barrio es un viejo chiquillo,
al que no le falta de nada
si acaso algún capricho,
que pueda tener en mi zambra
¡poner mi barco en el rió
y tener mas cerca la Alhambra…!
José manuel Rodríguez Viedma
(Pregón de las fiestas del Zaidin año 2.005)

lunes, 10 de agosto de 2009

Poemas dormidos para almas despiertas. (Extracto.)



Con otros vientos del sur.



Es seguro que así estas…
elevada a veces en la distancia,
como un camino que al fin alcanza,
la sombra oculta del mar.

Estas… desahogada en el suspiro capaz,
de hacer del suspiro, la llama
de una hoguera que aguarda,
ser como la estrella fugaz.

Pisando y mordiendo las nubes,
mientras pisas las olas del mar.

¿Y tú a que sueñas, sirena?
Abrazada a la sal del pensamiento…
si no es más que tu sueño,
la presa en un triste sedal.
Como aquellas alas sin cuerpo
amarradas, sin desplegar,
que lejos quedaron del viento
para hacerse en cuerpo a la mar…

En la arena tu sonrisa descrita,
en otra canela, con otra sal.
Como un beso mordido en la brisa
que nunca supiste dar.

¿Y tu a que sueñas, estela?
dando vueltas sin parar,
cuerpo a cuerpo, como si en ello fuera,
otra vida que enloqueciera
tu otro sueño por despertar.

En otros caminos, dormida.
Lejos de la arena y el mar,
sobre una sombra, a lagrima viva
de Cádiz por derramar,
donde navegan cien velas perdidas
entre dos lunas… donde tu estas.

José Manuel Rodríguez Viedma
(A María Dolores, Vampiresa... por sus besos mil)

miércoles, 5 de agosto de 2009

La cara, la cruz y el alma.



La cara, la cruz y el alma.5 de Agosto de 2.009
A menudo los ojos son el espejo del alma, ¡válgame Dios! si así lo fuera. Y no lo digo por que lo piense, más allá de que lo sienta con los cinco sentidos. Algunos de estos ojos, han conseguido aferrarme a esta idea de igual forma que lo hiciera con un trozo de madera, aquel naufrago que llevara a la gran pantalla Robert Zemeckis, e interpretara magistralmente Tom Hanks. Los ojos son el espejo del alma siempre y cuando el alma sea capaz de mentir, lo mismo que lo hacen los ojos, que no es lo mismo. Últimamente he mirado fijamente algunas caras con ojos y algunos ojos con almas y ciertamente me he sentido más perdido que una cigala en el plato de un mileurista. He sentido el calor del abrazo, lo mismo que las brasas de una candela bajo el relente sosegado entre una noche de amor. (Después ni las ascuas) Serian culpa de los ojos, que jamás me dijeron la verdad o una miseria del alma, que aprendió a mentir lo mismo que lo hacen los ojos. Así pasa con algunas personas que deambulan por la vida arrastrando los pies, como de costumbre, dando traspiés e intentando enderezar su columna vertebral hasta encontrar el equilibrio perfecto entre el cuello y los talones, pobres, jugando a ser maestros sin abandonar la mediocridad, tendiendo la mano a la vez que el pie, y sonriendo cobardemente tras de una esquina del irremediable sopapo del otro. De estos hay muchos, de los mediocres y los del sopapo, la única diferencia entre ambos es irrefutable, el que cae, solo encuentra el camino de levantarse y aprender de la pedrada, mientras al mediocre, no le queda más camino, que fundar una Hermandad de gilipollas y de mediocres a baja escala, que algún día lo releguen de su campamento de verano. Que tampoco es lo mismo.

La cara y la cruz, una sostiene los ojos con especial simetría. Dos pupilas, dos parpados, dos cejas, dos niñas, dos pestañas y dos lucecitas tiernas capaces de perforarte el esófago y las entrañas. La cruz es la espalda y la indiferencia, un “hasta otra” “o que te den viento, por donde se esculpe la innombrable” (por educación). Los ojos… el espejo del alma y la cruz, como de costumbre, la otra verdad a ciegas, a medias con uno mismo y la otra dimensión, indescriptible para algunos. Que fácil entender las miradas cuando se encuentran unas con las otras y se siente como el alma guiña a otra alma del mismo calibre. ¡No es un imposible! haberlas haylas. Son aquellas que dicen la verdad sin abrir la boca para certificar lo dicho, lo escrito y lo prometido. Las otras, donde dije Diego, ahora dicen D. Alfonso Álvarez de Cien Fuegos y Sotomayor. Aún quedan muchas miradas para ser devoradas con un amor enloquecido y otras para volverse loco, al no encontrar más que el desamor en sus pupilas. Aún quedan aquellas, en la que poder dejar al sol, el quite de la amistad y aquellas otras, capaces de quitarte la amistad en un solo quite en la oscuridad de la sombra. Aún quedan aquellas capaces de morder y no hacer daño y aquellas otras que hacen daño sin apenas haberte mordido. Aún quedan muchas, cientos, miles de ojos cuajados de almas, capaces de ser una sola, cuando tu mirada atraviesa el oráculo de su más allá, y aquellas otras, válgame la misma frase, incapaces de ver la hora más allá de su propio culo. Que tampoco es lo mismo.

La cara y la cruz, reflejada en los ojos y el alma. ¡Válgame Dios! si así lo fuera. Permítame señor alcalde, de esta ciudad sin puerto, dejar en la calzada algún moreno del Senegal, antes de que la autoridad competente los despoje del mercado y la mercancía, y de esta manera, pueda adjudicarme unas gafas en su top-manta, donde se apabulla la oferta y la demanda. Tres euros me bastarán, para apartar mis ojos de los suyos, y en consecuencia de sus almas. Unas Ray-Ban sería un placer inmerecido para sus sentidos y además, y sin apremio, le habré alegrado la mañana a Babá…
XXXXXXXXXXX
José Manuel Rodríguez Viedma

sábado, 18 de julio de 2009

Homenaje a D. Manuel Benítez Carrasco






Plaza del carmen. Dominada de norte a sur, entre paseantes indecisos que marcan el ir y venir con sus nobles zancadas. Coronada por la casa consistorial de Granada, en su boca un balcón y sobre el, un estandarte tremolado de otras épocas entre gritos y alborotos. Si bien unos huelen a mar, otros se los lleva el viento de los recuerdos, agazapados a sus crines de niebla…

Eran las doce y media, y aquel reloj se negó a cantar con sus acordes la letanía sinfónica de un beso. Yo era un adolescente enamorado. No hizo falta que aquel reloj marcará las horas, ni que los acordes me recordaran que Granada seguía dormida como siempre. (Solo es capaz de hacerla levitar la campana de la Vela… pero aquella mañana no sonó, como otras tantas.) Mis manos entrelazadas a otras manos, que tiempos mas tardes acariciarían con ternura la piel indescriptible de mis hijos. Aquella muchacha risueña, en la que el tiempo colgó otro reloj más pequeño sobre sus ojos, y desde aquel entonces, solo marcará más allá de los sentidos, mi amanecer y mi madrugada, recostados bajo la misma piel y la misma sábana. Allí estábamos los dos. Esperando que el poeta de los gestos incansables y los ecos de las emociones apareciera de repente, como aquellas otras gentes que caminaban de arriba abajo, guiados más si cabe por sus propios sentimientos, que por la brújula insospechada que marcaban sus pies. Uno, dos y tres… y ¡Allí estaba! Manuel Benítez carrasco, había acudido a su cita. Muy poco tiempo había pasado desde aquel “Aló” tras del teléfono. ¡Era él! "uno de los poetas españoles contemporáneos más interesantes, según había dicho la crítica más autorizada del neopopularismo, por la tersura de su voz literaria, su estilo cálido, el colorido espléndido de sus versos y lo directo de sus cantares” El mismo hombre que nacería en la Granada del 1.922 en pleno corazón del barrio del Albayzin. “Placeta triste del mundo, placeta del Salvador Ya no están tus tres acacias...”

Y nosotros dos, ¿recuerdas? Medio emocionados, medio atónitos solo medio, no había tiempo de enteros, también eran medias las horas, medio el día y media la sonrisa que nos dibujo de oreja a oreja, aquella magistral semblanza del hombre. En su faz la ternura que solo es capaz de reflejar quien ha estado cerca de Díos, aunque fuera a fuerza de versos descritos en mil palabras. No en vano su tío, Manuel Benítez Martínez, en aquella infancia que aún se advertía en sus arrugas, fuera el coadjutor de la Hermita de San Miguel Alto. Poeta hijo de carpintero… (Más tarde con el sabor de una buena cerveza en la mano, nos cantaría, si, nos cantaría a golpes de suspiros, como las virutillas de la noble madera, se arremolinaban en su casa, siempre bajo el pan y el vino o el vino y el pan.) El Poeta del Ave María “Todo para todos… ¿pero para Ti?… ¡no!” como ejercitaban sus versos más allá de que sus palabras melodiosas fueran desprendidas de su boca. En aquellos patios D. Manuel, emprendería el primer viaje mar adentro entre su barca y la gramática incomprendida de los que no sueñan jamás.

Mi libro comenzaba a sudar en las manos. No fue un saludo, sino un abrazo. No existió un gesto, sino miles. Acababa de conocerme, (yo ya lo había hecho años atrás) y su abrazo me hizo sentir el regreso de alguien, al que había esperado toda la vida. El lo entendió así, y me lo hizo confirmar con uno más de sus gestos recién estrenados. Aquellos mismos gestos que nacían desde el Cerro del Aceituno en sus recitales privados, hombre a hombre, o en las mismísimas callejuelas del su Albayzin, él y su sombra, sin más ruido que el embrujo del viento cuando se cuela en la piel, hasta besar el alma.

Nos adentramos en el Escudo del Carmen, y del consistorio no quedó más que su espalda. Ni huella del reloj o del balcón. El tiempo se había parado con las primeras frases, con las primeras horas, con las primeras miradas y los primeros versos. La imprecisión de mis palabras, el tartamudeo a veces de mi voz, ¡La magia de los poemas! y la tarde deshecha en un puro alboroto de una calma que no duele. Tenía la osadía de estar recitando uno de mis poemas, a quien colaborara en la revista poética “Vientos del sur”. Al mismo Poeta que obtuviera en 1.943 su primer gran premio de relevancia. Premio nacional de Teatro de Escuadra, con la obra “Luz de amanecer”. Estaba compartiendo mi verso junto aquel poeta cuya trayectoria se culminaba a cada paso por innumerables galardones. Desde 1.947 que deja Granada para sentir las aguas del Manzanares y del Retiro Madrileño. Al mismo poeta que desplegara una gran actividad literaria y escénica de incalculable valía. En 1.955 su figura es totalmente inseparable de Hispanoamérica. Poeta cubano, donde pasa casi un año desgranando silabas desde su isla caribeña. Que osadía la mía… ¡Yo frente a el! lo mismo que uno de sus toritos negros… pero con menos valentía. (Lo reconozco.) El mismo poeta que adornaba a la “faraona” y le escribía una letra para que ella la recitara entre arranques toreros y batas de cola. El mismo Poeta que dejara la huella de sus versos en Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Colombia, Ecuador, Puerto Rico, Estados Unidos y como no, México… donde pasara gran parte de su vida y donde un escenario lo separó, de poder presentar aquel libro que, amarrado a mi mano, se estremecía una y mil veces, de la misma forma que lo hicieran las sílabas que allí escritas, latían presas de los “suspiros de un alma…”

“No puedo estar” – Me dijo; Y supe que lo decía con cierta melancolía. El tiempo me dio la razón. Aquel mes de mayo, su inseparable amigo Pepe Martínez, que tantas veces le hiciera las preces de gestor en Granada, ocupo aquella silla en la sala de Caballeros XXIV, en el Palacio de la Madraza y se hizo presente. Aquella tarde donde los primeros versos perdieron la virginidad de la página en blanco y saltaron a la voz de la fragua. Al poco tiempo de aquella mañana en la Plaza del Carmen. Bajo aquel balcón, donde se tremolan pendones de otros tiempos, que se marcharon siempre, para no volver.


Otras tantas veces coincidimos ¡Maestro! ya sin temblor y sin miedos, como en aquella tarde en la Abadía del Sacromonte, tu mano sobre mi hombro y tu frase sobre la afilada duda en la lengua perversa de otros. “He aquí mi discípulo” (y me flaquearon las piernas ante la lidia de otro toro”) “El día en que en ti, no me reconozcan, dejaras de serlo” (y el clarín sonó a indulto en mis emociones.)


Como buen discípulo callo mis enseñanzas, para lanzarlas al viento de la luna más Lorquiana y granadina. Omito aquellas otras tantas veces, (no las suficientes) en las que hicimos sonar nuestros vasos. Y escribo para no olvidar, que a veces y solo a veces, el poeta sueña para no recordar, que es fácil, amar con el alma dormida y el corazón despierto…

El 26 de Noviembre de 1.999, te llegó la muerte, lo mismo que lo hace la inspiración, pero avisando. Lo mismo que lo hacen los clarines, ante el último toro de la tarde. Lo hizo despacio y en silencio, como el atardecer en el Salvador, cuando muerde las fachadas sin dejar más huella que la del beso.


Así y solo así, pudo llegarte la muerte.
Entre versos tiene la luna,
cinco ramilletes frescos.
Los ojos verde aceituna,
y una plaza "pa" ser la cuna
de cinco toritos negros...
lllllllllllllllll
lllllllllllllllll
José Manuel Rodríguez Viedma
ññññññ
ñññññññ



«SOLEÁ» DEL AMOR DESPRENDÍO



«Mira si soy desprendío

que ayer, al pasar el puente,

tiré tu cariño al río».


Y tú bien sabes por qué
tiré tu cariño al río:
porque era hebilla de esparto
de un cinturón de cuchillos;
porque era anillo de barro
mal tasao y mal vendío,

y porque era flor sin alma
de un abril en compromiso,
que puso, en zarzas y espinas,
un fingimiento de lirios.

Tiré tu cariño al río,
porque era una planta amarga
dentro de mi huerto lírico.


Tiré tu cariño al agua,
porque era una mancha negra
sobre mi fachada blanca.

Tiré tu cariño al río
porque era mala cizaña
quitando savia a mi trigo;

y tiré todo tu amor,
porque era muerte en mi carne
y era agonía en mi voz.

Tú fuiste flor de verano,
sol de un beso, luz de un día;
yo te cuidaba en mi mano,

y en mi mano te acunaba,
y tu, por pagarme, herías
la mano que te cuidaba.


Pero al hacerlo, olvidabas
(tal vez por ingenuidad),
que te di mis sentimientos
no por tus merecimientos
sino por mi voluntad.


Yo no puse en compraventa
mi corazón encendío;
y has de tener muy en cuenta
que mi cariño no fue
ni comprao ni vendío,
sino que lo regalé.

Porque yo soy desprendío;
por eso te di mi rosa
sin habérmela pedío.

Porque yo soy desprendío
y doy las cosas sin ver
si se las han merecío.

Por eso te di mi vela,
te di el vino de mi jarro,
las llaves de mi cancela
y el látigo de mi carro.

Ya ves si soy desprendío
que ayer, al pasar el puente,
tiré tu cariño al río.



D. Manuel Benítez Carrasco





martes, 30 de junio de 2009

Ignorantes con denominación de Origen.



Ignorantes con denominación de Origen.
30 de Junio de 2.009
Los conozco, están en todas partes. Esperando el momento justo para saltar de la rama de su desdicha, hacia otro mundo de colores, que jamás pintaron sus manos, incapaces de encontrar sus propios pinceles. Actúan sigilosos, como aves de rapiña buscando el cargo que engrandezca sus apellidos. Deseando salir en la fotografía, junto al lobo de caperucita o mejor aún, escudriñándose bajo el refajo de la abuela, escondiéndose de las luces y de las sombras.
Están en todas partes. Tendiendo la mano al mejor postor y otorgando la mejor de sus sonrisas, mientras apuñalan con sus mandíbulas malolientes, el cuello de sus confesores. Deambulan de norte a sur, inventándose a cada momento un nuevo camino, que los lleve al trono de la deshonra. Martilleando con frágiles versos, inocentes corazones que pusieron sobre ellos la confianza de la palabra. Economistas que ejercen de usureros y se refuerzan bajo los sin sabores de una gloria, que crean a su imagen y semejanza. (Si Dios los viera.) Crecen en todas partes, sin acabar jamás de hacerlo, pero sabiendo que perdieron la inocencia de la infancia, cuando lanzaron la piedra y escondieron la mano.
Pobres ignorantes. Lo son. Simplemente por estar en el lugar equivocado y a la hora precisa. Pobres, por tener un nombre impropio que dejan de utilizarlo cuando se llaman a gritos y pobres, por adorar la incultura de sus conciencias, tanto o igual que a sus propias carnes. Recuerdo las palabras que el tío Cecilio (de mi amigo Nicolás), proclamaba cada vez que algún individuo de estos, se le cruzaba ante la mirada cabizbaja con la que la edad, premiaba aquel rostro abandonado ya, por la yaga y la arruga de la edad. “No es ignorante el que no sabe y en cambio busca las soluciones a costa de sus propios perjuicios, sino aquel, que al saberse ignorado, hace de la verdad, una falsa solución, para no sentirse perjudicado.”
Están en todas partes. Estoy seguro. Esperando el flash de la cámara fotográfica, como frágiles esculturas de sal, que giraron su espalda ante la llamada del amigo fiel que los esperaba. Ignoran que no hay lugar para guardar aquel anuncio de periódico, donde aparece su rostro grisáceo, entre otras gentes que jamás sabrán que existieron. Porque el olvido se ha adueñado de sus nombres ya, sin pena ni gloria. Están allí, en el instante justo y la hora precisa, en el que debe de salir el pajarito y repita sus nombres entre el canto de alguna que otra gallina, perdida en el desierto de sus quietudes. Sin moverse, para no salir desenfocado, ante las frases inequívocas que el tiempo olvidará hacerlas inmortales.
Sonrían caballeros. Es vuestro el presente y cómodo el camino que os invita a salir adelante. ¡Con paso firme! mientras os titubean los pensamientos. ¡Sonrían caballeros! tienen el mundo en sus manos y ahora gira al entorno de sus caprichos. No hagan caso a nada, ni a nadie. (El mundo está lleno de catedráticos sin fortuna.)
Mientras sus ignorancias se enriquecen, en el país de los sabios y prudentes... no hay lugar para salir en la foto.
José Manuel Rodríguez Viedma




"El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad" Albert Einstein

viernes, 22 de mayo de 2009

Gran recital poetico entre cuatro grandes de la Semana Santa


Y llegó el día en que tuvo lugar la exaltación cofrade, fue único el momento vivido el pasado sábado día 25 de abril, jamás en nuestra ciudad se había celebrado un evento de estas carácteristicas y es que reunir a cuatro pregoneros de la Semana Santa de Granada, era algo jamás realizado.

El acompañamiento musical estuvo a cargo del Cuarteto Mater Mea, que una vez mas volvieron a mostrar su calidad, con unas interpretaciones magistrales. Comenzaba el acto con la interpretación del cuarteto Mater Mea de la marcha Caridad del Guadalquivir, tras dicha intervención musical nuestro Hermano Mayor, Ángel Martínez presentaba el acto así como a los pregoneros, que con posterioridad habrían de pregonar a la cofradía. Tras ello nuevamente la música se hacía presente con la interpretación de la marcha "Coronación de la Macarena, mientras en ese instante un cortejo de nazarenos desfilaba, con un monaguillo que les encendía las velas, como forma de anticipar la intervención de José Luís Clements Sánchez, el cual verso sobre el Nazareno en la Hermandad, con un texto interesante y de gran belleza glosando la figura del hermano cofrade, y sus vivencias.

Tras ello y con sones de una trompeta y un tambor tres costaleros aparecían fajándose, tras lo que la joven y prometedora saetera Noelia Membrilla Trujillo, cantaba una saeta al Santísimo Cristo de la Redención. Y el turno de la palabra fue para José Manuel Rodríguez Viedma que una vez más hacía magistralmente uso de la palabra con su poesía y prosa, donde se reflejaba ese hermano costalero que porta los pasos durante la estación de Penitencia. Nuevamente la música se hacía presente con el cuarteto Mater Mea y la interpretación de la marcha Costalero.

Mientras dos camareras preparaban sus mantillas, momento tras el que Miguel Luís López Guadalupe intervenía hablando del papel en la hermandad de la mujer, de las camareras en la estación de Penitencia, tras su intervención nuevamente era la Saeta con Noelia Membrilla que dedicaba a Ntra. Sra. de la Salud, mientras unos músicos aparecían en el escenario.

Finalmente era el turno de Joaquín A. Abras de Santiago que versaba en su texto sobre los sonidos y los olores en la estación de penitencia, y todo lo que lo rodea. Finalizando los cuatro pregoneros con una plegaria, "Plegaria de Redención" que ponía fin a este importante acto, en la celebración del XXV Aniversario Fundacional de la Cofradía de la Redención de Granada.

jueves, 19 de marzo de 2009

Revista Gólgota de la Semana Santa de Granada


Presentada la Revista "Gólgota" de la Semana Santa de Granada.
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En la noche del 18 de Marzo, tuvo lugar la presentación de la Revista Oficial de la Semana Santa de Granada "Gólgota" editada por la Real Federación de Cofradias y Hermandades de Semana Santa de Granada. Dicha presentación corrió a cargo de la periodista María del Carmen Sánchez.
Como es habitual, José Manuel Rodríguez Viedma es colaborador de la misma. En esta ocasión, son más de una treintena de poemas los que podemos encontrar en su interior, dedicados a cada una de las Hermandades y Cofradias granadinas.

Presentación del libro "Anales"



Presntacion Oficial de "Anales"

Presentado el libro de D. Antonio Padial Bailón dedicado a la Real Cofradía de Penitencia y Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo de la Redención y Nuestra Señora de la Salud de Granada.


José Manuel Rodríguez Viedma, es el autor del prólogo del libro que D. Antonio Padial Bailón ha realizado bajo el título "Anales" XXV años de Historia de la Cofradía Granadina de los Salesianos.

El acto tuvo lugar el pasado día 15 de Marzo del presente año, en el Salón de Plenos del Excelentísimo Ayuntamiento de Granada, con la asistencia al mismo de D. Vicente Aguilera, Concejal del Área de Mantenimiento de dicha corporación granadina.



Entre dos luces





Entre dos luces Marzo 2.009
Dos luces. La primera arañaba la cristalera limitando su reflejo hasta hacerlo indefinido. La otra acariciaba tu rostro tras del cristal, como si intentara maquillarte las pupilas bajo una aureola especial. De un lado la indiferencia de tu mirada, traspasaba mis sentidos, desafiando el encontronazo de mis ojos que no paraban de buscarte. En la otra orilla de la urbe, mis sueños se poblaban de coincidencias y no paraban de imaginarte cerca de mí. En el otro horizonte, tu cabello parecía desmoronarse, mientras devoraban tus labios la orquilla, que debió sujetar la tempestad secreta de tus rizos.

Tus manos sostenían aquella carta humedecida aún por la fragancia del olvido. Frente aquella otra luz y a duermevela, mis suspiros gemían desiguales, de la garganta al pecho y del pecho a los tobillos, donde se retuercen los nervios de la espera. Tus manos acariciaban el papel, mientras se deslizaba reglón a renglón bajo tus dedos. Los ojos entornados. La nariz colorada y el suspiro mudo, casi invisible, detenido en el temblor de tu barbilla… Aquel cenicero no dejaba de quemar la ceniza del último cigarro, cuando otro decidió posarse para arder por si solo. Sin que ningún impulso se lo llevara al alma. Sin que ningún soplo, dejara amarilla la piel de su hoja. Solo la luz tenue de aquel lugar, definía la niebla de tu rostro. Como si ya no estuvieras allí o por lo contrario, fueras un espectro. ¡El más bello fantasma! por cuyas sombras bien pudieron haber quedado para siempre, mis besos sin los tuyos.

Tras de aquella luz, te imagina una y mil veces. Te observaba hasta el punto de dibujarte con trazos distintos, cada vez que el reflejo brillaba entre tus párpados. Mi luz se desvanecía y ya era espejo. A penas unos renglones más, y aquella carta habría puesto el final a todo. Con ella, habrían concluido cientos de horas amarrado a tu cintura, cosido a besos entre tus labios. Unas frases más, y el final de nuestro amor se ocultaría para siempre, entre nombres y pronombres, adjetivos y verbos.

La puerta se abrió. Otra luz se encendió en tus ojos. (Ya había tres.) En tan solo un instante, en tu boca se produjo el fuego de la locura. Tus labios se vistieron de rojo, y casi pude advertir la sangre concentrada en ellos, como una tormenta, otra tormenta que no busca encontrar la calma, a pesar de saber donde se encuentra. Una de tus manos arrugó aquel papel deshecho en aire y lo dejaste caer sobre la mesa. (Se acabaron las frases). El acercó su boca a la tuya y encendisteis el primer beso, ante la demanda impasible de crear otro, casi en el mismo momento. La otra de tus manos, rodeo su cintura derrochando mil y una caricias. Y ya no volviste a sentarte, sobre aquella estupida silla que giraba sola, como un tíovivo de sombras y de olvidos. Tu mano en su mano y los ojos, marcando de cerca el suspiro con el que se escriben las palabras, que jamás se pronuncian.

Allí dejaste aquella luz, tras de tu espalda. Como un crepúsculo condenado a morir entre el regazo del tiempo. Cuando pude llegar aquel lugar, aun tu aroma penetraba en mis sentidos. (De alguna forma seguías allí.) Aquel cigarro marcado por la huella de tu boca, se consumía ante sus mismas cenizas, mientras en la mesa, descansaba aquel papel desmenuzado en mil trozos desiguales.

Que ironía. Aun tuve tiempo de dar una calada aquel cigarro y apagarlo con mis propias manos. Sentí que tus labios se acercaron por última vez hacia mí, y me pareció eterno. Abrí los ojos de par en par, para dormir, y cerré los ojos para dejar de soñar.

“Te he querido siempre” Decía la carta… Y vino él. (Para apagar mi luz y encender otra.)
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José Manuel Rodríguez Viedma


martes, 3 de febrero de 2009

Próximos eventos. (Noticias de Febrero)


Ya tenemos fecha para la Exaltación Cofrade, con motivo del XXV Aniversario fundacional de la Real Cofradía de Penitencia y Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo de la Redención y Nuestra Señora de la Salud, de Granada. Será el Próximo 18 de Abril, sábado, en lugar aun por determinar. Dicha Exaltación, estará protagonizada por D. Joaquín Abras de Santiago, D. Miguel Luis Lopez Guadalupe, D. José Luis Clements Sánchez y D. José Manuel Rodríguez Viedma.

Nostalgia. (Fragmento.)


Nostalgia (fragmento)
Febrero 2.009
Demasiado deprisa… Siempre demasiado deprisa. La vida transcurre lo mismo que un reloj de arena al que su pequeño embudo de cristal le ha crecido la boca más grande. Por ella se arrojan al vacío nuestros pensamientos como si ya no nos hicieran falta nunca jamás. Al día comienzan a faltarle horas y a los pensamientos el lugar donde tener almacenados los recuerdos. (No hay tiempo para recordar). Los besos se difuminan entre números hipotecados y cuentas bancarias. (No hay tiempo para amar). Al cielo se le antoja volver a discurrir por aquellos tiempos pasados, donde las fuentes se empeñaban en convertirse en hielo, cuando de sus caños humedecidos de cobre, una lágrima emergía de una boca, para encontrar otra boca en la que echarse a soñar. (No hay tiempo para soñar). Las nubes se marchan con la misma agilidad que los suspiros, aunque a estas las puedes ver y tocar. (Estoy seguro). La vida se ha transformado en un ir y venir de corazones que laten descompasados y que cada vez, son más difíciles de apresurarse a componer una sola melodía. No hay tiempo de escuchar un gorrión en la baranda y muchos menos, si nos empeñamos en esperar que alce el vuelo, para ver donde se posan sus pequeñas alas improvisadas…

Todo queda relegado al día de mañana. Mañana será otro día… Tal vez mañana… Mañana volveré a intentarlo…Siempre nos queda el mañana… ¡Que ironía! Pensar que mañana es el presente de nuestro más inmediato futuro, siempre presto a enseñarnos su fecha de caducidad. ¿Por qué no ahora mismo? ¡En este momento! ¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy… ¿Por que no me besas en este instante? Solo por el mero hecho de ver como brilla aquella estrella que jamás se aprendió nuestros nombres… Por que no buscar ¡Aquí y ahora! ese abrazo que descongele cada una de las fuentes, que juegan a hacerse de cristal. ¿Por qué no derrochamos una sonrisa? Aunque no tengamos motivos para el despilfarro y la crisis nos deje la cartera vacía y el corazón lo mismo que un pozo sin fondos… ¿Por qué no llenarlo ahora con nuestras indecisiones? Si en cada una de ellas volvemos a conocernos, justo como el primer día… ¿Por qué no amarnos sin complejos? Aunque se ruborice la luna. (Ya está acostumbrada). ¿Por qué no buscarnos ahora? ¡Como el primer día! Entre las calles y las plazas, donde la gente nos miraba como seres diferentes, solamente por arrojarnos a la locura invisible del abrazo. ¡Ahora… en este preciso momento! Cuando las campanas del tiempo, han marcado con su grandioso doblón de acero, la hora justa del instante infinito. ¡Aquí y ahora! Cuando tenemos todo el tiempo del mundo para malgastarlo imaginando como suena el roce de la piel, con otra piel. ¿Por qué no sentir sin ser tocados? Como el silencio nos habla a gritos y rompe la soledad de la compostura. ¿Por qué no insistir? En la frase pegada al oído que ambos convertimos en un susurro inapreciable, que nos hace entendernos de una única forma inaparente. ¿Por qué no mirar sin abrir los ojos? Sin miedo a tropezar, sin desconfianza… Recuerda que cuando más nos amamos, fue aquella tarde en la que menos nos conocíamos. Tu y yo, sin prisas… Sin que ningún reloj nos marcara las horas, (era imposible que nos cogiera en ambas muñecas) teníamos todo el tiempo del mundo dispuesto a nuestros pies…

Demasiado deprisa… Demasiado deprisa. Ahora que no estas. La vida ha transcurrido sin medida ni tiempo. Ahora los besos se malgastan en la boca cerrada, donde mueren las palabras que nunca dijimos. Ahora el silencio se hace visible, (no hablas) y el frío se ha abrazado a mis manos. (No te siento). El cielo me dibuja las estrellas, recostadas en el abismo de las dudas. Una a una y me gritan tu nombre. (Por fin se lo aprendieron). Hoy mis ojos se han cerrado demasiado de prisa en busca del sueño, pero no he encontrado tu sonrisa. Mientras las luces de esta ciudad dormida, se han apagado con un soplo, Morfeo ha dejado de hablarme… (Ya no le conozco).
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José Manuel Rodríguez Viedma

sábado, 17 de enero de 2009

Un consejo


Poema del libro "A la orilla del recuerdo" (A lágrima viva)
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Un consejo
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No te enamores nunca,
que el amor es engaño y misterio
por el amor de una mujer,
a cada noche me voy perdiendo.

Y si acaso sus ojos lloran,
guardando un profundo silencio
¡mil estrellas pongo por testigo!
que me expliquen lo que siento.

Alba de un alba perdida…
sueño de una noche inalcanzable,
vela que navega perdida
por las sendas del desaire.

No te enamores nunca,
que el amor es engaño y silencio
por el amor de una mujer,
a cada noche me voy perdiendo.

O quiere mejor… ¡quiere!
que nunca te falte su aliento,
que aunque el amor sea como un cuento,
al querer nada se pierde.
Si acaso se pierde un beso
agua se va de una fuente,
amor que nace del pecho…
y lágrimas de la gente.
José M. Rodríguez Viedma

Amanecer sin madrugada


Poema del libro "A la orilla del recuerdo" (a lágrima viva)


Amanecer sin madrugada

Hoy sé Señor que la he perdido.
Cuando aún recuerdo su aroma
entre la piel de mi mano,
cuando aún recuerdo su sombra,
a cada noche… a cada paso.

Cuando aún el sabor de mi boca
se me llena del dulzor de sus labios.
Hoy que ha llegado la hora,
de decirnos adiós, (ambos)
entre llantos de lirios,
hoy sé Señor, que la he perdido.

Pero nunca se pierde una moneda
por el hecho de caer del bolsillo,
como nunca se muere una flor,
por que se pise por el camino,
ni se malgasta una oración,
pensando que no se ha oído.

Pero yo sí lo sé Señor,
yo sé que, la he perdido.

Por el mismo camino de mis promesas
por el mismo atajo de mis venas,
otro hombre la iba besando,
para ser barco de mis tristezas.

¿Y el desafío que sintió mi cuerpo?
¿Hasta cuando el hombre es hombre?
¿Hasta cuando durara la primavera,
en el almanaque de mis reproches?
¿Dónde tendrá su final el infinito?
¿Cuando acabare de perder Señor,
lo que sé que ya he perdido?

¿Cuantos años pasaron?
Por él prologo de mis recuerdos,
cuantos llantos derramaron
mis ojos sobre mi pecho,
cuantas noches en vela,
cuanto barco sin timón ni vela,
cuanta mar la de mis ojos
sin espuma ni sirenas.

Y te casaste en San Pedro… ¿te acuerdas?
la meta de nuestro deseo,
aquella a la vera del Darro,
Darro pensamiento y misterio.

Blanco tu vestido blanco,
rojos el surco de tus labios
y una sonrisa carmesí,
que a todos ibas regalando.

Y yo en primera fila,
lo más cerca del Altar,
para escuchar él sí de tu pecho,
tu sangre, tu respirar
antes de que tuvieras dueño,
antes de que se rompiera el sueño,
del que ansiaba despertar.

Y sonaron a gloria las campanas
y ha entierro en mi corazón,
mientras salía tu boda por San Pedro,
en San Pedro me enterraba yo.

¿Por que no tuviste que odiarme,
cuando lo nuestro se termino?
¿por que no pudiste matarme
con un engaño o una traición?

Que no es mala la compañía,
ni el cariño, ni la amistad
pero sí una batalla perdida,
ver a quien tú mas querías
casándose en un Altar.

Pasaron los tiempos… ¡pasaron!
y pasaron los días… ¡se van!
y llego hasta mis oídos
con aromas de lirios,
más espinas al corazón.

De tus mismas entrañas venia,
de tu mismo cuerpo y tu ilusión
y entre llantos y alegría,
como oscurece a la noche
como amanece al día,
con el llanto de tu hijo
con los segundos de la vida,
se rasgaba la piel de mi alma
y la esperanza que en mi vivía.

¡Corrí Señor, como corría!
que larga la distancia,
de tu casa hasta la mía,
que sordos mis sollozos
que calor el que sentía,
como si fuera dueño de su cuerpo
y padre del que nacía,
pero no era así, no lo era
ni existía mi palacio,
ni esperaba la princesa.


Tú me abriste la puerta… ¿recuerdas?
aún pálida, que guapa estabas.
Que corto se me hizo tu beso en mi mejilla
y que larga mi pesadilla,
en el baúl de mis entrañas.


Con que amabilidad felicité,
a quien odie desde el primer día
al que en tus tiempos de soltera,
te besaba a escondidas

y yo ya siendo recuerdo,
mordiéndome los sentimientos
lloraba por las esquinas.

Y allí, sin poder mantenerme en pie,
en la entrada de tu casa,
me enseñaste su cuerpecito,
sus ojitos, su mirada.

Entonces estuve soñando
mientras me sonreían sus pequeños ojos,
como si tan pequeño asimilara el dolor
de quien lo había perdido todo.
Como si quisiera decir con sus manos,
que nunca existe el fracaso
del que supo amar como un loco...

Si como un loco anduve tanto tiempo…
como un niño que vaga perdido,
cuando por las calles… ¡sediento!
muriendo a cada paso, ¡muerto!
sonaron las campanas a muerte,
las campanas de San Pedro...

Se murieron tus ojos aquel año,
y aprendí a odiar la noche,
al amor, al desengaño,
a todo lo que nadie conoce
en las paginas de mi diario.

Si. Como un loco anduve tanto tiempo.
Recordando tu vida de soltera,
tus besos, tus manos,
tus sonrisas, tus enfados,
recordando tu nueva vida,
con otro hombre bajo el brazo,
tus nuevas fantasías,
tu vida y mis fracasos,
recordando el día de tu boda,
tu anillo y tú vestido blanco
y recordé por ultimo mi espina…
el niño que tuve entre mis brazos.

Que solo me encontré, Señor
que solo ante tu entierro
míos sus claveles rojos,
sin ser el dueño de sus besos.

Solo me quede… ¿recuerdas?
cuando todo el mundo se marchaba
tu marido, tu hijo,
la gente que te lloraba
y yo que era tu silencio
y tú que fuiste mi pensamiento
sobre las noches de luna blanca,

¿A donde se fue tu cuerpo,
que ya no puedo seguirlo?
¿A donde mis recuerdos,
sin quererlos ni pedirlos?


Ahora sé Señor…
camino de jazmín y de lirios,
ahora sé Señor
que hoy la he perdido.

Cuando aún recuerdo su aroma,
entre la piel de mi mano…
cuando aun recuerdo su sombra,
a cada noche… a cada paso.

José M. Rodríguez Viedma

La otra cara del alba


Poema del libro "Suspiros de un Alma"
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La otra cara del alba
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Ayer soñé con el alba...
rosa pétalo turbado
de gloriosa fragancia,
tortura del pobre enamorado.

Soñaba y no soñaba,
porque mis ojos estaban abiertos
como los faros de las playas
arraigados sobre los puertos.

Cuantas veces me perdí
envuelto entre las aguas.
Cuantas veces no te vi,
con las sirenas encantadas.

Noche que ni es noche siquiera,
estrellas dormidas en la mañana.
Luna blanca, blanca y tierna,
sobre la transparencia del alma.

Espejo que recoge,
las sonrisas y los llantos…
y las convierte solo en lágrimas.

Soñé con la noche de mayo…
con las flores y las palmas.
¡Yo montado en mi caballo!
con mis pantalones de alpaca.

Caminante en un camino,
caminante sin compaña.
Caminante en un camino,
con sus piedras… y su escarcha.

Se emborracharon mis ojos
con la menta de tus labios,
prisionero quedé y absorto
en la cárcel de tus brazos.

La llave tiramos al mar,
cerrojos en nuestro corazón.
¿Encontraste tú acaso la llave?
llave que no encuentro yo.

Todo termina en la vida,
pues hasta la vida se acaba
para algunos muy pronto (de prisa)
también pierden la voz de su amada.

Pero aun queda guardada,
en el baúl del recuerdo
la llama que brotó de nuestro cuerpo
y la pluma con la que sellamos,
el primer abrazo… y el primer beso.

Aún quedará la luna
para contar en la historia,
que hubo amor que dejó,
hechizadas nuestras bocas…

De aquellos que se amaron,
en el silencio de la madrugada
donde el hombre, aún duerme,
y el alba enseña su otra cara.

Puede un hombre comer,
el fruto que del árbol crece.
Pero nunca volverá a comer,
lo que hace tiempo se comiese.

Puede la tierra dar,
vueltas como si nada.
Pero nunca volverá atrás,
para borrar estas palabras.

Puede teñirse el cielo
y llover como cascadas.
Pero no volverán aquellas aguas,
que hace tiempo nos mojaran.

Podrá la historia cambiar,
de personajes cuanto quiera.
Podrá el alba enseñar,
que el amor no es más que tragedia.
Pero nunca podrá olvidar,
los besos de los que testigo fuera.

Ayer soñé y no soñaba.
Ayer te tuve…y hoy no tengo nada.
Ayer me dejaron ver,
la otra cara del alba…
José M. Rodríguez Viedma

sábado, 10 de enero de 2009

Presentación Oficial del Cartel de la Sábana Santa







Presentación del Cartel anunciador, con motivo de la Expocisión sobre la Sábana Santa de Turín, realizada en el Colegio Salesiano de Granada. (Enero de 2.009)





La Sindone
¿Realidad o Ficción?



Excelentísimas autoridades, señor Director del Colegio Salesiano, estimado Padre Conciliario. Señores representantes de la Real Federación de Cofradías y Hermandades de Granada. Hermanos Mayores de Cofradías Hermanas. Representantes de los diferentes grupos de la Familia Salesiana. Cofrades y amigos todos. Hermano Mayor de la Real Cofradía de Penitencia y Hermandad Salesiana del Santísimo Cristo de la Redención y Nuestra Señora de la Salud. Amigo. Muchas gracias por tus amables y sentidas palabras sobre mi persona. Son ya muchos años, aquellos que nos conocemos y es por eso que el cariño y el afecto son mutuos.

Palabras que sin duda son doblemente agradecidas, pues si bien estas proceden producto de una sincera amistad, con ellas alivias de buena manera, el camino que separa el asiento reposado del cuerpo, hasta la firme presencia de este, una vez ya, alzado y frente al micrófono. Muchas gracias y felicidades a ti, a la Junta de Gobierno que presides, a cada una de las camareras, costaleros, cofrades, que celebráis los XXV años fundacionales de la Hermandad, de la que me honra pertenecer. Gracias a mi padre y a mi hermano, fundadores que me integraron en ella desde el principio. Y gracias y felicidades a todos, por permitirme seguir disfrutando de ella, día a día, paso a paso.

Quizás al encontrarme hoy tras de estos micrófonos, la voz, el sentimiento y la calma, no sean una fiel imagen que refleje lo que este presentador pretende con su lectura. No es cierto que las dudas me conmuevan. Simplemente porque las dudas hace ya tiempo que se quedaron totalmente disipadas. Quien os habla, no es la primera vez que lo hace para cantar a los cuatro vientos las maravillas de una Semana Santa que respira por si sola en cada tramo de una calle o sigilosamente dormida bajo la luna más bella de Granada. No es la primera vez que mi palabra acaricia los latidos de mi corazón a medida que los recuerdos se dibujan en mi mente como si fuera siempre la primera vez que los vivo. No es la primera vez, que dibujo un Cristo distinto con mi prosa, amarrado siempre al madero en forma de cruz. No es la primera vez que siento el dolor del clavo, en el amor de quien por amor murió anclado al madero del suplicio. No es la primera vez, que siento el aroma en los calvarios, donde duermen multitud de flores, rociadas por la divinidad de la madrugada fértil de nuestro cielo…

Palios acariciados, con el mimo escondido de un beso. Rezos atrapados en los labios entreabiertos que esperan. Luces que llegan apagadas al regreso, entre una marea de estrellas teñidas de dolor. Miradas perdidas, deseosas de ser encontradas por la Divinidad, antes de ser ligeramente maquilladas por el agua sagrada del llanto. ¡Habrá algo más hermoso que una lágrima concebida por amor!

No es la primera vez que quien os habla, ha tenido la osadía de presentar un cartel. En el que la imagen hacia diluir las palabras en el pozo del silencio, donde solo esta invitada a soñar la imaginación. No es la primera vez, que una instantánea sobrecoge mis sentidos para colmarlos de versos. Allí donde el ojo ve y el alma deja invisible la impronta para seguir soñando.

Que difícil hoy, que ironía… Si por una parte mis palabras dicen la verdad, que mentira piadosa siente el alma de quien os habla. No es cierto, solo me bastó fijarme en su rostro y ya está. Las frases comenzaron a escaparse de los impulsos de mis dedos hasta pintar de negro uniforme, el blanco inmaculado del folio. Vosotros ahora también lo veis…

Fijaros bien en la cara.
Pues bien puede ser, aquel que quiso
con la venia de Dios, hacerse hijo,
que de la Gloria bajara.

Fijaros bien, que os hable el alma.
Pues bien pudo ser, aquel que quiso
hallar la muerte en el suplicio,
de ver su muerte coronada.

Fijaros bien que fue el espino.
Mirar su sangre hecha de fragua,
como el triste cauce de un río
por donde no quiere danzar el agua…


¿Realidad o ficción?

El Sudario descansa en Turín. La Sabana Santa, la Sindone o el Santo Sudario que envolviera los restos de un hombre, marcados por el sufrimiento, pasión y muerte por la crucifixión. Que curiosidad, que al detallar los hechos de su muerte de Cruz, no pocas gentes, entre los que se encuentran expertos científicos, escritores e historiadores, ponen nombre propio al hombre, para llamarlo Jesús de Nazaret. La misma tela que lo cubrió en el Sepulcro y que hoy descansa en la Catedral de San Juan Bautista de Turín, en Italia. De la misma manera, otros creen que el Sudario, no es más que un fraude o falsificación medieval, que ha sabido llegar hasta nuestros días. Siempre con la interrogación escéptica, entre una ficción capaz de dejar atrás una realidad, quizás palpable ante nuestros ojos.

Una pieza de lino, cuyas dimensiones no sobrepasan en gran medida las de cuatro metros con treinta y siete, por uno diez. Que abren el debate de la realidad y la mentira.
Y aquí, quién os habla, quién os presenta el cartel que dará lugar a la magnífica exposición sobre la Sindone que nuestra Hermandad realiza con motivo de su XXV Aniversario Fundacional. No puedo por más que lo intento, dejar escapar una extraña sensación de miedo y de respeto. Miedo, simplemente a que la palabra de un poeta ante la realidad de tener, aunque sea una imagen lejana en el tiempo, el verdadero rostro, la verdadera imagen, de Cristo. Aquella por la que ninguna gubia se deslizara por la inspiración de un escultor, más que las manos de Dios. Sus rasgos, solo moldeados por la apariencia real del hombre hecho Cristo por el insulto y el látigo. Si amigos míos. Un miedo real ante la visión ficticia aún por reconocer ante siglos de silencio y de bocas calladas. De ahí que la propia mía, la de este poeta que os habla, no sea más que la resonancia que emite el eco de mis emociones. La Verónica de todos los tiempos, (quizás plasmada en forma de mujer, para hacer de ella la más hermosa leyenda y realzar aún más la belleza inmaculada de Tu faz.) Miedo, al pensar que puedas ser quién dicen que eres y que sin duda tienen razones que la ciencia les ha permitido dar, para ser firmes sus convicciones. Las mías, solo se amarran a la fe que hace de mi creencia, el ser la fuente dónde cada mañana, quisiera que mi hijos bebieran hasta saciar la sed de sus pequeñas bocas.

Miedo, al detenerme un segundo en el tiempo y pensar que has estado aquí en cuerpo y en alma. Miedo, al pensar que tus rasgos nos son tan familiares, que te hubiésemos reconocido en cada calle, en cada plaza, en cada rincón. Sólo nos hubiese bastado escucharte reír. Cuando las palomas de la plaza de las Pasiegas hubiesen revoloteado ante Ti, desplegando sus alas nuevas. Mientras la brisa hacía rizos con tu pelo y las campanas de las Torres más altas de Tu casa, emitieran el mismo sonido, que aquellas que bien pudiste sentir, hechas de barro en manos de otros chiquillos en las calles de Nazaret. Miedo sencillamente a no ser justo, Al llamarte Abba, de la misma manera con la que Tú llamaste al Padre grande del cielo. Miedo sencillamente a no acertar con el protocolo, porque a pesar de ser la única eminencia en la tierra, solo acierte por amor, a poder llamarte de Tu.

Respeto, por que mi palabra no se sustenta de pruebas confirmadas, para creer en Tu imagen. Y solo se alimenta de conclusiones que buscan en mi corazón, una necesidad nueva para seguirte. Bendito engaño si así lo fuera. Púes mañana Abba, al encontrarnos frente a frente. Cuándo el último aliento de mi voz quedara inerte, en la comisura de mis labios. Al toparnos, en Tu camino, permite que mi pecado, sólo fuera pecado de amor. Fruto de la mentira más piadosa, con la que alguna vez me consintieron, poder tener tan cerca Tus manos.

Aquí la voz que ciertamente tiembla al sentir Tu mirada atravesar mi espalda, cuándo suspiro en cada golpe de aliento. Sencillamente porque quiero pensar que si… Con mi miedo y mi respeto, con el silencio y la voz. Ambos amarrados a la prosa del tiempo descrita como bella metáfora invisible, en el pozo humilde de Tus ojos cerrados.

Quiero pensar que si eres Tú, quien cargó con la culpa de nuestros pecados y se los llevó a la Cruz, entre senderos que apuntaban al Gólgota de la muerte. Que si eres Tú… Hijo de carpintero bueno, al que el llanto oscuro y privado de su vida, tuvo que llenar de lágrimas las virutas de su mesa y las astillas de su pan. “A este Hijo mío me lo van a matar” Y así lo hicieron…Lo mataron, porque no existían leyes escritas plenamente para el Hijo de Dios. El se encontraba vivo orando en desiertos de arena, encomendándose al padre de la verdad. Quiero pensar que eres Tú… Quien cierra los ojos dos mil y pico años después, por qué aún no encuentras motivos para poder abrirlos y no encontrar el mismo mundo que dejaste de injurias y de mentiras. Quiero pensar que eres Tú… quién duermes detenido en el tiempo, en el lino sagrado de la piel que no vemos. Pero estas ahí… Pescador de sueños. A los pies de enfermos y necesitados. Jugando con los niños, mientras guiñas tus ojos ante el picaruelo que besa Tu bendito rostro. Como quién roba un beso sagrado de las mejillas del creador. Eres Tú… Quién muere mil veces más en distintas cruces, entre cientos de clavos, cada vez que la plegaria choca de frente en los cristales de nuestros balcones cerrados. Quiero pensar que eres Tú. Porque tampoco tengo razones para pensar qué no lo eres. Acaso… Abba, no nos enseñaste que la Fe es invisible y sin embargo se toca en cada beso. Acaso no estás en el tiempo impregnando la flor con el rocío de cada mañana. No eres Tú quién se refleja en el llanto de los niños que pierden la infancia a golpe de ultraje. No estás en los silencios cofrades de las madrugadas bajo el respiradero. Acaso no estás en las plegarias pérdidas y en los abrazos encontrados hallados en las esquinas del amor adolescente. No eres Tú, quién nos cobijas de la tormenta gris del desespero. No eres la voz callada del agua de los ríos. No eres la flor de la Alhambra hecho arrayán y aljibe de vida. No estás en las campanas altas e inalcanzables de las Catedrales… Abba, no estás siempre en la risa de los mayores cuándo desprenden sus páginas sabias y nos las meten en los bolsillos para no tropezar de nuevo. No estás acaso en la muerte qué no vemos y en el llanto de la despedida eterna. Acaso no eres Tú quién hace danzar el incensario cada Jueves Santo por las calles de Granada. Abba, no eres la lágrima en la mejilla de quién te observa. Acaso no eres el positivo de la propia vida, desplegada en el negativo de la propia muerte, aún hoy por entender.



Quiero pensar que eres Tú. Al verte hoy, coronado de espinas, aunque estas se muestren diferentes en las formas y pasen inadvertidas en la cárcel de Tu cabello. Quién escogió la corona del rosal y deshecho el oro de los Césares. Quién tras la muerte refleja en su costado, la herida de la lanza clavada una y mil veces más para cerciorarse que Tu muerte era aún más muerte. Eres Tú, porque aún Tu lienzo tiene atrapado el polen de aquellas flores que pisaron Tus pies, mientras buscabas el amor en la tierra y prometías el cielo a fuerzas de besos y caricias. Eres Tú… porque veo en ti el clavo atravesado en las muñecas que se hicieran miel entre la sabia del tronco. La nariz partida por primera vez. Los pómulos hinchados por el bastonazo de Anás. Tú barba empolvada, escupida y arrancada, al utilizarla de alzador de Tu sagrado cuerpo, en una de Tus tres caídas. Eres Tú… al ver la sangre derramada injusta, en esta Sábana de amores, seca como la flor insertada al libro más hermoso de la vida. Recostada en Tu cintura, sencillamente muerta como flor de primavera…

Quiero creer en ti…
Porque no creer, si así lo fuera,
seria dudar de igual manera,
de esta devoción sin fin
hacia mi Cristo hecho madera.

¿Y si no estuviera en lo cierto?
Qué acaso mentira fuera.
No es mentira mentir,
por amor en esta tierra
sin con ello al amar se ama,
sin con ello al morir se muera.

Pero siempre cerca de Ti.
Aúnque no encuentre una escalera.

Acaso no es de la vid,
el vino puesto en la mesa.
¡Quién me lo iba a decir!
que antes que se moliera,
fuera el fruto de una rama
que ni el viento lo moviera,
hasta poder acercarlo a mi boca
rebosando en vida… Tú sangre eterna.



Acaso no es de la espina,
la daga incrustada en la rosa.
Aquellas las más hermosas
que eligieran para Tu muerte,
hacerse presagio y corona.

Para posarla en Tu frente,
como una amarga aureola
de aceitunillas verdes,
que fueron vinagre a Tu boca.

Quiero creer en ti…
Aunque ya de por si me sobra
qué no me puedo arrepentir.
Pues al haber visto Tú obra,
ya solo al verte morir,
hiciste de mis noches de abril,
Sudario Santo de lino y de sombras.




Y como las sombras… ¡Confusas! Pero no por ello deben de ser irreales. Siempre que he tenido la posibilidad de presentar un cartel. He afirmado con seguridad que estos, además de mostrarnos el arte plasmado, en la milésima de segundo que tarda un artista de la fotografía, en pellizcar el pulsador de una cámara y hacer la imagen inmortal. Adquieren la responsabilidad de anunciar y ser antesala de lo que está por llegar. Los propios carteles que en vísperas cercanas a la cuaresma, colgarán de nuestras bellas fachadas. No serán pregones muertos sin sonidos. Todo lo contrario. Cada cual entenderemos su mensaje de una manera particular. Para algunos, la Pasión esperando sigilosa tras del templo. Donde un Cristo se deja observar entre una marea de lirios. Para otros, la noche acariciada por la luna, en una de sus equinas. Ensayando una vez más, la letra cuidadosamente creada para ser espina de una saeta. La cera derramada lo mismo que una lágrima. Empeñada en seguir el cauce del río lloroso de unos ojos imaginarios. Un cartel amigos míos, es siempre un pregón que carece de tiempo y de medida. Es la noticia silenciosa capaz de gritar lo suficientemente alto, como para ser advertidos por nuestros sentidos. La proclama que nos adelanta el tiempo como por arte de magia. ¡Que nueva ironía! Casi siempre una imagen del pasado, será la reseña del futuro, mientras el presentador, rompe su virginidad a golpe de palabras inmortalizando la imagen del presente. Pasado, presente y futuro.

Pero… y la Sindone. La Sábana Santa. ¿Qué anuncia? ¿Qué proclama? ¿Qué nos pregona? Nuevamente me dirijo a Ti, como si en Tu efigie, me empeñara en encontrar las palabras que hoy me faltan. Me conformaría con hallar esas mil que valen menos que una imagen pero qué quizás aún no entendemos a ver reflejadas. Atendemos a Tu pasado expectantes y seguimos el camino que hasta hoy nos has hecho llegar hasta nosotros. D. José Manuel Pozas, Conciliario de nuestra Hermandad y miembro del Centro Español de Sindonología. Ha compartido con varios de nosotros hermosas horas y enseñado en gran medida el paso del tiempo desprendido del Lino que acoge Tu figura. Nos ha mostrado las investigaciones. He visto como juegas con la ciencia. Cómo si te divirtiera nuestro asombro y te hiciera reír las confusiones en las que nos haces caer, cada vez que el propio tiempo nos hace avanzar en nuevas reglas y tecnologías. Pasaron 1.898 años hasta que por primera vez Secondo Pía, fotografiara la tela sagrada de Tu rostro. Fue el comienzo de un final que se nos antoja largo, quizás infinito. Investigaciones, pruebas, carbono 14. Fotografías, ensayos, muestras… ¡Otra gran ironía! Padre como te gusta. En los siglos primeros, la posibilidad de que el hombre tuviera pruebas irrefutables de qué fueras Tú, el Cristo de hombres buenos y malos eran nulas. Siempre insuficientes, sin embargo, guardaban Tu reliquia y la defendían a espada, aquellos que la poseían. Otros murieron solo defendiéndose con la fuerza aplicada de la palabra. Hoy, más de 2.000 años después. Cuándo la inteligencia del hombre cuenta los astros por mil. Aumentan las dudas y se despiertan las inquietudes. Avanza la tecnología y retrocede la Fe. ¡Sabré que has resucitado, cuándo pueda meter uno de mis dedos, por la llaga traspasada del clavo entre Tus manos!

Te muestras… y estas aquí. Nosotros nos empeñamos en desacreditar aquello que vemos... Desechamos la imagen y nos quedamos con las palabras… aunque sean menos de mil.



Lo reconozco queridos amigos, no soy imparcial. Quiero pensar que Tu anuncio, no es diferente en gran medida, a los carteles cuaresmales qué anuncian las salidas de Penitencia en nuestra Semana Mayor. Pasado, presente y futuro. Tu pasado de hombre hecho Cristo para llegar a nosotros. Recordando la Pasión que acabó en muerte de Cruz en el Monte Calvario. Tu cuerpo maltrecho, dónde se observa el odio marcado en cada una de Tus cicatrices. Tus ojos cerrados, nuevamente cerrados. Pero sin llegar a depositar en ellos, la espuma blanca del sueño. Mucho menos la muerte. Estas ahí… escuchándonos una y mil veces más. Atendiendo a aquellos niños de barriguitas infladas qué comen moscas con arroz. Estas ahí… sintiendo nuestras plegarias y atendiendo nuestros suspiros como si fueran los únicos. Estás asomado a la ventana del tiempo. Sintiendo como los aromas de las estaciones se detienen y ponen olor a la primavera. Estas ahí… descalzo para no pisar las estrellas. Mudo, mientras observas como el gorrión te habla posado en Tus hombros doloridos. Estas ahí… con la eterna grandeza de Díos posado en Tus plantas y la perpetua y sencilla imagen de hombre, que se niega a abrir los ojos, para no volver a dejar escapar otra lágrima.

Eres el más hermoso pasado. ¡Quererte sin haberte conocido! ¡Amarte sin haber cruzado una palabra! ¡Creerte! y no poder verte, para aferrarme aún más a nuestras convicciones. ¡Sentirte! Y no escuchar Tus pasos cuándo vienes o te vas. Eres presente, el más hermoso de los presentes. ¡Escucharte! Y no distinguir para nada el tono de Tu voz. ¡Olvidarte! Y saber que estas ahí… cada vez que te recuerdo. ¡Hablarte! Y saber que nos escuchas. Eres el más hermoso de los futuros. ¡Echarte de menos! Y saber que jamás te has ido. ¡Besarte! A sabiendas que es Tu rostro y no otro al que ponemos el sello de nuestro beso. ¡Llorar! Sin saber a veces cómo y por qué. Qué hermoso cartel de cuaresma, si así lo fueras. Pasado, presente y futuro… Y Tú jugando al trompo, con una media sonrisa. Haciendo dar vueltas y vueltas a cada una de nuestras indecisiones.
Bendita ficción si así lo fueras.
Un engaño que el tiempo nos trajo,
envuelto en ramillas secas.
Púes también es una ficción,
decir que duele el corazón,
cuándo uno ama de veras.


Ficción el amor que no se toca.
El beso que duele y que encarcelas,
cuándo muere en otra boca
y hacen lucir las estrellas.

Ficción el abrazo que forma,
el calor de una candela.
La amistad que habita en el gozo
de cientos de frases sinceras.

Ficción todo aquello qué no se toca.
Ficción los sueños, las primaveras
y todos los versos ocultos,
que hacen nacer los poetas.

Ficción la música de querubines,
qué hacen tocar las trompetas.
Cuándo llegan otoños dorados,
desnudos todos, entre hojas secas.

Ficción la mirada de un niño
qué pregunta, qué ama, qué sueña.
Alzado en los brazos del padre,
alcanzado la luna llena.

Ficción todos los sueños.
Los que vienen, los que no llegan.
Ficción todas las lágrimas
y ficción son las promesas,
en tantas noches que el tambor
pone cresta a las saetas.

Bendita ficción, sí es de mentira,
este lino, paño o tela.
Si es mentira una oración
y que duela el corazón.
¡Que venga Dios y lo vea!


Que lejana al tiempo. Que libro inmenso, deshecho en tan complejas páginas jamás escritas. Inmensa la responsabilidad de acreditar al cien por cien, no la fiabilidad de que existieras, sino que estuvieses ahí. Destrozados Tus huesos, Tu piel y Tu alma. Qué enorme compromiso, certificar al cien por cien, no la desconfianza de que nacieras y vivieras hace más de dos mil años. Pero por lo contrario, que no fuiste Tú, quien estuvieses ahí. Con los ojos cerrados. ¡Sin querer ver! con la boca callada. ¡Sin querer hablar una palabra! Será el tiempo, apoyado en la ciencia, quién nos dedique la certeza, de quién es en realidad el hombre al que observamos en la Sindone. Quizás seas Tú, el que espera el momento justo y el instante infinito para abrir los ojos. Para volver a tendernos Tus manos. Cuándo la realidad sea la más pura de las ficciones y por lo contrario la ficción, no sea más que el preámbulo de una realidad palpable que nos haga abrir los ojos mientras nos preguntamos, una y mil veces… ¿Porqué no?¿Quién mantuvo los ojos cerrados más tiempo… nosotros o Tú?



otra mirada hacia el cartel

He de agradecer de una manera especial, el tiempo que he pasado junto a D. José Manuel Pozas Murcia. No sólo cómo Concialirio de nuestra Hermandad, sino como miembro del Centro Español de Sindonología con sede en Valencia. Han sido grandes momentos, escuchando el magisterio de su palabra. Bien es cierto qué para quién os habla, la Sábana Santa no ha sido una desconocida en mi vida. Algunos libros sobre tan compleja doctrina, han dormido no en pocas noches, como fieles compañeros de sueños, tras el cabecero de mi cama. Pero he de reconocer, qué tras las charlas mantenidas, dónde nos iba desgranando los avatares y misterios de esta. En mi interior se despertaba un interés propio, de quién absorto, descubre todo un mundo a su alrededor. Donde no todo lo que existe, conserva la garantía imperecedera de la lógica.

He mirado el cartel, cientos de veces. Cada rincón, esperando encontrar en el, un atisbo qué me indicara un camino a seguir. La empresa no era fácil. Lo sabía desde el primer momento que se me otorgaba la responsabilidad de presentarlo. En realidad, me dije; - Sólo se trata de un cartel, el cuál anuncia el acontecimiento previsto de una genial exposición y no menos interesante charla coloquio. No es para tanto. Quizás sólo basten unas palabras qué no cansen al personal y ya está. Un compromiso más que sin duda me agradaba, sobre todo. Y no podía ser para menos, si dicho encargo provenía de D. José Manuel. – Ciertamente me equivocaba. En la soledad de quién escribe, el tiempo se diluye lo mismo que el humo hasta desaparecer. No en pocas ocasiones, sin haber redactado sobre el papel la suave caligrafía dónde se forman las palabras. En la cabeza se forman ideas que no llegan jamás a plasmarse, bajo el impulso de los dedos qué deben posarlas sobre la hoja en blanco. En más de una ocasión, mi aliado, el tiempo… Sólo permitía que las miradas, hasta entonces fugaces sobre el cartel, se hiciesen cada vez más intensas. En ellas, la lógica desaparecía y comenzaban a nacer nuevas formas con las que llegar hoy aquí y desgranarlas una a una. ¡Efectivamente! Es sólo un cartel. Un trozo de papel duplicado en varios cientos que colgarán de las fachadas. Cómo si fuesen cometas que el viento ha posado tristemente sobre los cristales y no encuentran el hilo que mantenían sujeto el rumbo de sus sentidos. La gente pasará delante de ellos y dependiendo de sus llamativos colores, de la indecisión y del escaparate. Dejarán escapar por un instante sus pupilas hasta recorrer, quizás de un plumazo, su contorno y sus letras.

¿Qué verán en Ti…? En un cartel el motivo está muy claro. La imagen debe llamar la atención y el texto, dar la información necesaria en tan breve mensaje, para que el anuncio y la comunicación hayan tenido sentido. Fue aquí, dónde nuevamente me detuve. ¿Qué nos muestras…? ¿Quién eres…? ¿Qué quieres…? ¿Qué nos dices…? Y noté como mi piel comenzó a erizarse por momentos. Una cierta melancolía paralizó mis sentidos y sentí la necesidad de conocer más y mejor Tú semblanza. Al fin y al cabo… yo sería también, uno más de los viandantes que navegan calzados por la mar de nuestras calles. Deteniéndonos en cada puerto de cristal, cuándo la imagen nos asalta entre las ofertas y las demandas.

Me negué a pensar que fueras una imagen vacía detenida en el tiempo. Una mancha ilegible, que necesita de la lejanía para hacerte presente. Tus rasgos se acentúan aún más, cuando la distancia se hace camino. ¿Será quizás otra de Tus ironías? ¡Que hermoso cartel! Volví a repetir.
Queridos amigos. Un cartel, qué no anuncia la salida extraordinaria de ninguna Hermandad. No se distinguen insignias que personalicen a nada, ni a nadie. Ningún costalero, podrá sentir sobre sus hombros la imagen fotografiada. No será su peso, la carga improvisada del amor hecho talla con pasiones de gubia. No existe ninguna luna, que se asome tímida a la tribuna del cielo. Ninguna estrella, pone su adiamantado chisporroteo, sobre el cielo real qué nos cubre noche a noche. Ninguna calle se deja ver. Ningún barrio, ninguna fuente, ninguna esquina. No existe lugar reconocido, dónde el caminante pone su mente amarrada a la nostalgia. Ninguna vela tiembla, mientras su aureola de fuego arde, dibujando colores morados y azules. No se escucha ningún tambor. Ningún redoble. Ninguna melodía pone compás a zapatillas ni costales. De ninguna baranda se amarran las manos de algún saetero, derrochando su plegaria al viento de la madrugada. Ninguna Cruz y ningún madero. Ninguna astilla deshilachada del tronco. Ni siquiera hachones o tulipas. Ninguna Luz. Ninguna talla nos hace reconocer el paso. ¿Quién eres?... No existe en el cartel, ninguna capa. Nada ondea a través del viento. No hay penitentes, ni rosarios. No hay capillos espigados, ni caras ocultas que muestren las pupilas ocultas entre telares de colores. No tiemblan bambalinas de costado a costado. Ni caídas de Palios cuándo se alzan hasta alcanzar la proeza del cielo. ¡A esta es! Ningún llamador rompe el silencio con su aldabonazo, dónde se rompen los sueños, bajo la única condena dulce de volver a soñar siempre una vez más. Ningún capataz grita. No existe ninguna torre que dibuje en su cabeza una campana. No se forjaron el plomo, ni el acero. No hay puertas abiertas. Ni Cruz Guía. El humo de los acólitos turiferarios, no improvisa ninguna niebla celestial con sus inciensos. No hay monaguillos. Ni costales, ni fajas amarradas a la cintura. Ni siquiera un rostro nítido, no se distinguen las lágrimas. No hay ninguna Madre eterna que lo siga a los lejos. No se escucha el llanto. Pero esta ahí. No existe escultor a quién adjudicar su talla, ni escuela que la siga. No se distingue la Alhambra ni de cerca… ni a lo lejos. No está Granada vestida en sedas de Alhamar, cortejada por bellas estampas inmortalizadas en colores de azucenas. No hay arrayán… ni surtidores. ¿Dónde está el agua? No existe el lirio bajo Tus plantas… ni sobre ellas. No hay palmas, ni gentío rodeando Tu semblanza. No existe una brisa que permita apagar las velas para volver a encenderlas en el interior de su cueva amarilla, dónde habitan las promesas. Existes nada más que Tú. En la soledad de la muerte, ¿Qué nos muestras…? ¿Quién eres…? ¿Qué quieres…? ¿Qué nos dices…? Quizás otra de Tus ironías…

¡Nos muestras lo que eres y acaso sólo quieres, que entendamos, todo aquello que nos dices!

Que imagen tan completa,
qué mueve el viento y no la rama.
Fíjate que al verte de cerca,
al poder mirarte la cara.

Sueño que al despertar quisiera
que fueran cientos de estrellas,
las que en Tu cielo brillaran.

Y cómo no hay luna en Tu pelo
y cómo no es miel Tu mirada.
En ella sueño que quiero
poder ser costalero
que te llevara en volandas.

Qué imagen tan completa,
que mueve el viento y no la rama.
Fíjate que al verte de cerca,
hasta distingo en la nada,
alguna fuente llorona
con versos chicos de Alhambra.

¿Y es qué soñar no puedo?
¡Acaso poner palabras!
Si al soñar solo pretendo,
que al ver Tu cara en un lienzo,
fuera como si hablaras.

Y en aquello que yo no entiendo,
se hiciera presa mi lamento,
de una voz hecha plegaria.


Qué imagen tan completa,
qué mueve el viento y no la rama.
Fíjate que al verte de cerca,
he sentido en la garganta.

El pecado inocente
de quién puso ante la gente,
un suspiro muerto en el alma…

No hay trompetas de acero.
Paso, gubia, madera, talla,
insignias, monaguillos costaleros,
plomo, metal, ni campanas.

Sólo un rostro deshecho,
entre el lino de una sábana.

Ninguna luna, ninguna estrella.
Ningún rincón, ni una plaza.
Ningún saetero cantando,
ni voces, ni barandas.

Velas, aureolas, fuegos.
Llamador, bambalinas, plata.
Orfebrerías qué entre barales,
sostienen martinete y fragua.

Qué imagen tan completa,
qué mueve el viento y no la rama.
Pero Fíjate que al verte de cerca,
al poder mirarte la cara.

Aún pretendo seguir soñando.
Que esta ciencia que nos separa,
pueda añadir al milagro
de Tu Sindone anhelada,
el que tengan Tus ojos cerrados
el perdón a los pecados,
escritos en fusta a Tu espalda.

Déjame seguir soñando,
porque soñar no cuesta nada.
En esta imagen completa
qué mueve el viento y no la rama.

Tal vez tras de Tu lienzo,
quiera soñar que se apreciara
una mar hecha universo,
con cientos de torres altas.

¡Ya sé qué no es cierto!
Qué sólo es musa mi palabra.
Qué sólo es lino perpetuo,
no arcilla hecha muralla.

Ya sé que no existe fuente,
por la que lloran las aguas.
Sino espinas en Tu frente,
silencio, odio, martirio, calma…

Pero que imagen tan completa,
sería el sueño de quién te habla.
Una ironía, una quimera
qué mueve el viento y no la rama.

Saber que Tus pies descalzos,
en primaveras de escarcha
anduvieron por estas tierras,
dónde se alza Granada…

¡Ya lo sabes, es un sueño!
Ante Tu Sábana Santa…
Capaz de arrancarle al tiempo,
aquello que tienes de viento
y quiso posarse en la rama.


Es así y no de otra manera, como veo, siento y puedo llegar a describir, el sentido del cartel que hoy se ha presentado. Que dará origen a la magnifica exposición los días siete, ocho, nueve y diez de enero próximo. El día diez tendrá lugar la mesa redonda qué sobre la Sindone, presidirán; D. José Manuel Fernández–Figares Pérez (Catedrático de Biología Celular de la Universidad de Málaga.) D. Ignacio Villar Revilla, (Licenciado en Teología, en la pontificia Universidad Salesiana de Roma y Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Valencia.) D. Jorge Manuel Rodríguez Almenar (Profesor del Departamento de Derecho Civil de la Universidad de Valencia) y Presidente del Centro Español de Sindonología. Y D. José Manuel Pozas Murcia. (Salesiano, Conciliario de nuestra Hermandad y gran amigo,) que junto con todos los anteriormente mencionados, ejercen como miembros del Centro Español de Sindonología.

Así acontecerá Dios mediante. En un año 2.009 recién estrenado. Cuándo casi, aún resuenen en nuestros oídos los llantos de Tu Divino nacimiento en Belén. Cuándo la figura de tres Reyes Magos aun nos regale sus sombras a lo lejos entre paños blancos sacromontanos. Cuándo las luces apenas hayan apagado sus colores y los dulces, todavía se deslicen sobre nuestras gargantas, entre almendras y alfajores.

Así Abba… Así puedo verte hoy y lo he descrito. De la manera más personal y sensible qué ha podido sentir mi alma. En la más profunda de las soledades qué siente aquel qué cuándo escribe. Más que imaginar sueña, para poner en negro sobre blanco la materia gráfica de un suspiro. Así lo he sentido, vivido y añorado. A medida que pasaban las horas acariciando con mi mirada, cada una de las facciones de Tu rostro y Tu cuerpo. Impregnadas en la medida exacta de cuatro con treinta y siete, por uno diez. La Sindone. La Sábana Santa. Bendito lino que bien pudo ser el que envolviera Tu cuerpo y Tu muerte, hace ya más de dos mil años.
Así lo he sentido y vivido. Recordando las palabras de Juan Pablo II, quién en más de una ocasión visitó Turín y reconociera a Tu lino como un “Icono Sublime”. Perdóname mi osadía, si hoy este humilde orador emplea el sinónimo de; excelso, eminente, elevado, noble, glorioso, extraordinario, grande y sobrehumano. Porque solo aspiro a tener dos conclusiones. Si bien fuiste aquel Cristo, crucificado por amor, no mereciste tal castigo. Si fuiste el Hijo de Díos… Dime ¡Quien soy yo, para poner en duda Tu imagen y Tu rostro! Aúnque tan solo te nos muestres real en Tus perfiles, sobre un trozo de tela. Y si no lo fueras… Bien merece mi respeto, el hombre a quién le hablo. Pues compartió como Tú, el mismo castigo de muerte; la cruz, los clavos, el látigo, la herida de lanza, las espinas en la frente, el bastonazo en la nariz y el pómulo. El insulto qué no se escucha y el odio que grita en cada una de sus heridas.

Ante el me arrodillaría, púes compartió más contigo al padecer Tu misma muerte… qué más de miles de vivos aún hoy. Incapaces de compartir contigo, un sólo segundo de Tu vida.

Dejaremos púes que sea la ciencia, la que siga tirando de los hilos. Hasta buscar cada vez, más respuestas a las preguntas que nos asaltan día a día si así las hubiera… Qué nueva ironía la tuya… Abba… Quizás jamás nos las muestres todas. Sería demasiado fácil para quién ofreciera la vida a cambio de una muerte en la Cruz. Si bien unos ya no tendríamos la férrea misión de creer en Ti sin poderte ver. Otros, bien pudieran perder la mitad de su vida, volviendo a colgar los crucifijos y Tus iconos, sobre las blancas y lúcidas paredes, de tantas aulas donde se reparte el magisterio laico de sus colegios.

Cada cuál, emplee el tiempo en sacar sus propias conclusiones. Cada cuál ame a su manera. Cada cuál sienta y predique con su ejemplo. Cada cual viva y muera como está escrito.

Yo prefiero seguir soñando… a veces y sólo a veces, queridos amigos, el corazón ve más allá de los sentidos… Sólo basta tener los ojos cerrados, mientras el alma busca sin reparo, como siempre… el eco oculto de una campana.


Te he mirado,
y me has hecho acercarme a ti.
No he tenido miedo al engaño,
púes mereció la pena sentir
que fue preferible vivir
y pensar en haberte soñado.



Qué Tú te acercaste a mí
que ironía… yo al otro lado.
Coronado Tú, de espinas mil
y tan solo en medio de ambos,
una tela de lino gris.
¡Quién me lo iba a decir!
Qué fuera sangre de Tu Sudario.



Muchas Gracias.

José Manuel Rodríguez Viedma

Con otras miradas...

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